"Primero me lo llevan, me lo matan y luego me lo esconden". 82 años lleva "escondido" en el Valle de los Caídos el cuerpo de Rafael Abril, fusilado extrajudicialmente en 1936 y cuya hija ha recibido hoy uno de los once certificados de reparación y reconocimiento personal a las víctimas de la guerra civil y el franquismo.

Mercedes Abril tiene 85 años y, tras recibir el certificado de manos de la ministra de Justicia, Dolores Delgado, asegura que solo le queda una cosa en la vida, un "anhelo", como lo llama: "Tener sus restos y poderles dar un entierro digno, junto a mi madre; solo pido eso, creo que no es mucho después de tantos años".

Su padre Rafael Abril Avo, natural de Alicante, era ferroviario y desapareció en Calatayud. Como las otras diez víctimas reconocidas hoy, sus restos fueron trasladados después, en la mayoría de los casos sin conocimiento de las familias, al Valle de los Caídos.

Mercedes pudo acercarse el pasado 26 de febrero a la cripta por primera vez. "Vi allí tantas y tantas personas y pensé que allí estaba mi padre, a pocos pasos de mí después de tantos años", cuenta hoy, recordando que el día que lo detuvieron ella tenía tres años.

"Fuera de casa silencio absoluto; en mi casa, ¿cómo no lo íbamos a recordar?, si estaba yo presente cuando lo detuvieron, si me llevaba en brazos, si yo preguntaba por él y luego veía a mi madre llorar y llorar y llorar".

No solo murió su padre. Al día siguiente de su desaparición nació un hermano de Mercedes que apenas viviría diez días y se quedaron "solitas las dos", su madre y ella.

Francisca González Nieto también ha recibido hoy su certificado, pero no tiene recuerdos de su padre, Juan González Moreno, ya que solo contaba con cuatro meses y cuatro días cuando lo reclutaron para combatir en el bando franquista, después de que sus dos hermanos mayores fueran reclutados para el republicano.

Agricultor de Arriate, sus restos acabaron años después de morir en la guerra también en el Valle de los Caídos.

"Nunca he podido estar con él, a ver si ahora puedo", señala Francisca, quien, a sus 82 años, asegura estar "contenta, loca" con saber dónde está su padre y tener reconocido por Patrimonio Nacional el derecho a que sus restos sean exhumados, como otras 17 familias.

"A ver si hay suerte y que sea pronto, no me vaya a ir y no lo vea", repite esta mujer mientras recuerda las cartas que siempre conservó de su padre, que se leían todas las navidades en familia y que demuestran, asegura, que era un hombre "bueno".

Fue su madre quien comenzó la búsqueda del cuerpo de su padre y después ella tomó el testigo, hasta que hace no muchos años supo por un archivo que estaba en el Valle de los Caídos.

Le han llamado ya para hacerse una prueba de ADN, ya que en la caja junto a su padre, explica, hay otras dos personas, con el mismo número de identificación. "Yo quiero aguantar por lo menos hasta que venga conmigo", repite Francisca.