­La Federación Andaluza de Caza se encuentra en un proceso de generación de alianzas con las diferentes instituciones, entre ellas la Junta de Andalucía con la que recientemente ha firmado un protocolo. El presidente de la FAC, José María Mancheño Luna, hace una valoración de la situación actual.

Desde la Federación han iniciado un impulso de apoyo legislativo a la caza por parte de ayuntamientos y Junta de Andalucía ¿Qué buscan con ello?

Fundamentalmente potenciar la caza y luchar para que ocupe el lugar que merece en la sociedad. La actividad cinegética tiene un enorme arraigo en toda Andalucía y muy especialmente en el mundo rural. Nuestra región cuenta con más de 250.000 cazadores y no hay municipio andaluz donde no haya, al menos, una sociedad de cazadores. Esa importancia social lleva aparejada un valor como herramienta de conservación y como motor económico de las zonas rurales más deprimidas. Consideramos que es el momento de que políticos y administraciones reconozcan la importancia de nuestro colectivo.

La mayoría de las administraciones públicas están ratificando el apoyo, como lo ha hecho la Junta de Andalucía ¿Qué significa esto para el colectivo?

Significa mirar al futuro con esperanza. Los cazadores no pedimos leyes que nos permitan cazar con más o menos control. Únicamente queremos poder seguir cazando y que lo hagan nuestros hijos. Para eso necesitamos dos cosas: leyes que nos aporten seguridad jurídica y medidas que favorezcan la conservación y frenen la pérdida de biodiversidad. El protocolo firmado con la Junta de Andalucía cumple con algunas de las peticiones que hicimos a todos los partidos durante la campaña electoral. Si revisa esas peticiones observará que pedimos medidas que favorezcan la conservación de la biodiversidad, leyes más modernas, más medios para los organismos y administraciones que nos regulan.

¿Qué aspectos normativos entienden deberían impulsar las administraciones para beneficio de la caza y del respeto medioambiental?

Hay una reforma normativa que es clave y llevamos pidiendo muchos años: implementar una Política Agraria Común que incentive las buenas prácticas agrarias y permita al agricultor conciliar la rentabilidad económica que debe obtener de su actividad con la conservación de los agrosistemas y su biodiversidad.

¿Qué aspectos o medidas podríamos decir que debe poner en marcha el propio sector para que no cuente con las críticas que en algunos círculos se pueden leer?

La caza tiene un carácter muy atávico. Pese a que lo considero una virtud, en ocasiones esto dificulta que el sector entienda que debe modernizarse en algunos aspectos relacionados con la comunicación, la imagen social, la necesidad de incorporar la ciencia como base argumental o la importancia de mejorar la formación en determinados aspectos. Nuestra Federación utiliza las críticas para aprender y desarrollar ideas y proyectos. Pero es conveniente no confundir críticas con ataques basados en prejuicios. Para lo primero hay que conocer la actividad, para lo segundo basta con pensar que sólo hay un prisma desde el que ver las cosas.

La caza tiene bastantes detractores, sobre todo han aparecido durante los últimos años ¿Han analizado a qué se debe esta situación?

Si me permite una puntualización, la caza no tiene tantos detractores como pudiera parecer. Lo que ocurre es que esos detractores hacen mucho ruido. Más allá de las redes sociales hay una parte muy importante de la sociedad que, independientemente de sus gustos personales, respeta la caza. Sobre la caza existe muchísimo desconocimiento. Hay un factor sociológico indiscutible: la población es mayoritariamente urbanita; cada vez vive más lejos del campo. Todo lo que no se conoce es mucho más difícil de comprender y, por consiguiente, de respetar. El animalismo, un movimiento de odio que intenta imponer su ideología, ha aprovechado esta coyuntura para lanzar prejuicios y ataques, que son falsos pero que acaban calando en la sociedad. Le pongo un ejemplo: cada año el movimiento animalista repite como un mantra que, coincidiendo con el fin de la temporada de caza en el mes de febrero, se abandonan más de 50.000 galgos. Todas las cifras oficiales lo desmienten, sin embargo el mensaje ha calado en los medios de comunicación y en la sociedad. Nadie se preocupa por conocer la verdad.

Ahora que empezamos a hablar de despoblación en ciertas zonas rurales de Andalucía, ¿Qué importancia tiene la caza en esta cuestión?

Mucha. Ningún factor aislado es la solución a un problema tan grave. Pero no cabe duda de que la caza es un motor de desarrollo socio-económico del mundo rural, especialmente de las zonas más deprimidas. Hay multitud de pueblos andaluces que prácticamente viven de la caza. No olvidemos que, según un estudio de la Fundación Artemisan, la actividad cinegética genera más de 6.450 millones de euros al año y crea 187.000 puestos de empleo directos. Otro factor importante es que la caza ayuda a vertebrar el territorio y es el motivo por el que mucha gente vuelve al pueblo cada fin de semana.

¿Qué valores promueve la caza?

El principal valor es que la caza constituye en sí misma una manera de relacionarse con la naturaleza y con el propio ser humano. Hace pocos días, Frank Cuesta manifestaba públicamente su sorpresa al darse cuenta cuánto saben los cazadores sobre la naturaleza. Eso es la caza. A partir de ahí, hay un montón de valores: respeto por la vida, esfuerzo, superación, compañerismo, paciencia, capacidad de observación y escucha, entre otros.

A parte de la caza, ¿cuáles son sus aficiones?

Pues soy un aficionado a la lectura, el cine, el campo y al Real Madrid de Baloncesto.