La historia comienza con una modesta encina que a principios del siglo XX estorbaba a unos agricultores. «Al arrancar la encina, las raíces abrieron el agujero», cuenta Manuel Robles, teniente alcalde de Comares.

El «agujero» dejó ver un imponente aljibe subterráneo con capacidad para 120.000 litros de agua, con tres naves, nueve compartimentos y doce arcos de herradura. Un prodigio de ingeniería del siglo IX a un tiro de piedra de Comares, en lo alto de la vecina y encrespada Mesa o meseta de Mazmúllar, a 800 metros sobre el nivel del mar.

El hallazgo llamó la atención del arqueólogo Rodrigo Amador de los Ríos, que realizaba el catálogo monumental de la provincia de Málaga y que visitó la zona al momento. Ocurrió en 1907 y lo llamativo es que, cerca de un cuarto de siglo después, el 3 de junio 1931, el aljibe de Mazmúllar fue declarado monumento histórico artístico nacional junto con la Catedral de Málaga, la Alcazaba y Gibralfaro.

Casi nueve décadas más tarde y pese a este importante reconocimiento, la Mesa de Mazmúllar es uno de los yacimientos arqueológicos más desconocidos de la provincia.

Parte de la culpa la tiene el empinado camino de cabras que comunica con este poblado, en el que pudieron vivir un centenar de familias de mozárabes (cristianos en tierra musulmana). Practicable sólo para senderistas y todoterrenos (desistan los ciclistas), en el ascenso se constata que todo el terreno es un olivar y como explica el teniente alcalde, está dividido en pequeñas parcelas privadas.

En los años 70 del siglo pasado el medievalista catalán Manuel Riu puso un poco de orden en este maremágnum de restos de murallas y de cerámica al pie de los olivos, con varias campañas de excavación.

Riu constató que se trataba de una población mozárabe que perduró desde los siglos IX al XII, con una destrucción intermedia y una segunda que acabó para siempre con Mazmúllar.

Omar Ben Hafsún

El arqueólogo llegó incluso a elucubrar que podría tratarse de la auténtica ciudad de Bobastro, la capital del rebelde Omar Ben Hafsún, que se levantó contra el Emirato de Córdoba. Lo que sí parece claro es que Mazmúllar formó parte del territorio que dominaron Ben Hafsún y su hijo durante 40 años, en el paso de los siglos IX al X.

Fue precisamente en el siglo IX cuando se quiebra la convivencia entre cristianos y musulmanes en Al Andalus y los primeros empiezan a marchar a emplazamientos aislados en los que poder defenderse.

De las pocas evidencias escritas de esas 'islas de cristianismo' en la Málaga islámica se encuentra la que el conocido historiador Manuel Rodríguez de Berlanga localizó en 1855 en la solería de una cocina en Comares: se trataba de la lápida del presbítero Samuel, fechada el 23 de noviembre del año 958.

El poblado fortaleza de Mazmúllar (también escrito Marmuyas y Masmuyar) tenía la intención de perdurar en el tiempo, como lo prueba el prodigioso aljibe, al que sólo se puede bajar con una escalera de mano.

Su interior recuerda a una iglesia mozárabe, con el arco de herradura -invento visigodo- como gran protagonista. «El suelo todavía está húmedo», apunta Manuel Robles. A su lado se encuentra el historiador del Arte Manuel Fernández Martín, de Crismón Patrimonio Cultural, una empresa que está divulgando con sus trabajos el patrimonio de la provincia. El historiador subraya la valía de este yacimiento único, con el aljibe aún con restos de un enlucido de almagra (óxido rojo de hierro) de época árabe.

En el exterior, junto al gran aljibe, se conservan los restos de una vivienda principal con patio que, señala Manuel Fernández, pudo haber pertenecido al líder del poblado.

Entre los restos de esta extensa meseta abundan los silos subterráneos pero además evidencias de más aljibes bajo tierra, uno de ellos también con arcos de herradura.

En Mazmúllar, a la que se llegaba por caminos empedrados de los que quedan tramos, había dos zonas habitadas en emplazamientos distintos con casas de piedra y hogares para cocinar; además, las excavaciones han sacado a la luz varias tumbas, un lagar para pisar la uva y hasta la tradición de los comareños ve en una inmensa roca adaptada al cuerpo humano una roca para que las mujeres dieran a luz con más facilidad.

Y todo este tesoro del pasado, en una atalaya de ensueño desde la que se vigilaba el camino de Málaga a Granada, con vistas a Comares, Ventas de Zafarraya, Riogordo, Periana, Colmenar y Casabermeja.

Hebillas, sierras y ganchos para el pelo son algunos de los objetos de estos intrépidos mozárabes recuperados por los arqueólogos, algunos de ellos en el Museo de Málaga.

El futuro de Mazmúllar

El teniente alcalde Manuel Robles calcula que en esta meseta de unas cinco o seis hectáreas «no se ha excavado ni el cinco por ciento». La dificultad de acceso, recuerda, ha evitado el expolio, pero el objetivo es «hacer algún día, con fondos de la Junta o cuando se pueda, lo que se hizo con Baelo Claudia: cerrar el recinto, excavarlo por completo, poner una oficina de atención al visitante, un vigilante de seguridad y que se conserve el Patrimonio». Sería, no le cabe duda, «un atractivo para el pueblo».

Para Manuel Fernández Martín, la intervención debería «recuperar en lo posible el aljibe, consolidar las viviendas y documentar una época en la provincia de Málaga que es un periodo olvidado y que necesita más investigación».

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