El Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre ha restaurado una serie de restos arqueológicos encontrados en diversos yacimientos del término municipal, que se exhibirán en una futura sala-museo dedicada a la Historia del municipio, que se habilitará en el Centro Cultural Vicente Aleixandre.

El alcalde, Joaquín Villanova, y la concejala de Patrimonio Histórico-Artístico, Marina Bravo, han presentado los trabajos realizados por el arqueólogo José Antonio Santamaría, tras la firma de un convenio con la Fundación Social y Medioambiental Las Canteras.

Se trata de linternas, ajuares y enseres que se han reconstruido a partir de las piezas que se han ido encontrando.

La mayoría corresponden a la última de las excavaciones encargadas por el Ayuntamiento este año en el Cortijo del Almendral, donde se constató la existencia de un núcleo nazarí del siglo XIII, en el que se hallaron vasijas, puntas de flecha de hierro e, incluso, una muela humana y un hacha pulimentada.

Asimismo, se han restaurado elementos de otros yacimientos, como una lámpara de aceite fenicia recuperada de la zona de Taralpe Alto.

El Ayuntamiento quiere seguir invirtiendo en este tipo de proyectos para divulgar la riqueza arqueológica de Alhaurín de la Torre y los vestigios de las numerosas civilizaciones que han pasado por estas tierras a lo largo de la Historia.

La futura sala-museo se emplazará en el Centro Cultural Vicente Aleixandre, que el Consistorio quiere abrir a mediados del año que viene.

En este sentido, Marina Bravo, ha explicado que ya se ha diseñado el espacio museístico que, además de las vitrinas en las que se mostrarán todos estos restos arqueológicos, dispondrá de paneles explicativos y medios audiovisuales para fomentar la interactividad con el público y visitantes.

Cortijo del Almendral

La mayoría de estos restos corresponden al yacimiento del Cortijo del Almendral: un antiguo poblamiento de época nazarí (finales del siglo XIII-principios del siglo XIV) que se ha excavado este año.

Los trabajos han consistido en una intervención preventiva y un sondeo que ha revelado una gran estructura de hasta 50 metros de largo y entre 18 y 20 metros de ancho, que se especula que podría ser un edificio de naturaleza defensiva.

En sus inmediaciones se encontraron numerosos restos de cerámica y puntas de flecha. Sus gigantescas dimensiones y el hecho de que se encontrara en su superficie una capa de ceniza fruto seguramente de un incendio resultado de algún tipo de contienda o conflicto, refuerzan la hipótesis de que se trataba de una rábita o ribat, que cumplía las funciones de fortaleza, puesto de vigilancia y monasterio donde se practicaba la guerra santa, en una época en la que las luchas eran habituales; de ahí su ubicación estratégica, desde donde se puede divisar buena parte de la Bahía de Málaga y del Valle del Guadalhorce.

Otras posibilidades son que se trate de un núcleo minero, por la cercanía de minas de hierro, o una alquería de uso agropecuario. El edificio encontrado, de tipo rectangular, se articula en torno a un pasillo a lo largo del cual se han descubierto por el momento hasta cinco habitaciones en forma de celdas, de 4 x 2 metros cada una, con un acceso externo donde puede observarse los restos de una escalera.

Incluso en la parte superior se hallan los vestigios de una antigua torre que reforzaría el control visual de todo el territorio.

El Cortijo del Almendral es una zona que ya aparecía en publicaciones arqueológicas desde que en el siglo XIX se encontraran dos inscripciones romanas, lo que podría indicar que fue habitada tiempo atrás. Se ha especulado con que en este lugar pudo existir un taller de cantería en el siglo II A. C.