«De veinticuatro horas que tiene el día, ocho son para dormir -a veces ni eso- y dieciséis para trabajar». José Paredes es un archidonés que lleva bregando con el campo desde los 10 años. Aunque la gran humedad de la finca que arrendó su padre no era favorable para la agricultura, con el tiempo, la escasez de lluvia permitió que él, juntos con sus hermanos, comenzaran a sembrar cereales y matalahúva. A los 17 años condujo su primer tractor y empezó a trabajar en la recogida de aceituna. Hoy, a los 59, puede decir que ha dedicado toda su vida al campo y que poco a poco ha conseguido «labrar» un futuro para él y su familia con «el sudor de su frente».

Como tantos agricultores, ha sufrido la sequía, los precios bajos de origen y la falta de derechos en el sector, motivos por los que el mundo rural se movilizó bajo el lema «si el campo no produce, la ciudad no come». Lo que nadie se imaginaba era que más pronto que tarde harían justicia a ese eslogan ante una pandemia a nivel mundial que apartaría su lucha temporalmente para anteponer el abastecimiento de toda la sociedad en medio de una gran crisis sanitaria.

El presidente de Asaja Málaga, Baldomero Bellido, lamenta que haya tenido que ocurrir una desgracia para que se reconociera la importancia del sector y la necesidad de tener «la despensa» dentro de las fronteras. De ahí a que indudablemente la producción alimentaria haya sido incluida dentro de las actividades esenciales durante el periodo de estado de alarma. «Es triste ver que mientras no falta la comida, nadie se preocupa del campo. Pero la realidad es que las condiciones del sector siempre son difíciles y precarias», comenta José.

La histeria colectiva que se veía en algunos supermercados cuando se decretó el confinamiento «no tenía porqué producirse porque nunca va a haber desabastecimiento» y es que el sector está trabajando con relativa normalidad. Aunque comentan que al principio había dudas sobre la normativa, una vez solventadas el único problema era el traslado de los trabajadores para las labores de recolección. Con suerte, en la provincia de Málaga, ahora mismo no se encuentran en grandes campañas de recolección como las aceitunas, «porque eso sí que hubiera sido un grave problema. Es sin coronavirus y ya es difícil trabajar porque de por sí no hay personal y se quedan muchas sin coger», explica José.

Actualmente se están recogiendo los productos tropicales, los cítricos y las hortalizas y en la comarca norte los espárragos y las habas. Para ello van cuadrillas de personal, lo que causa un poco de dificultad por el tema del transporte y también por la falta de asistencia de algunos trabajadores que tienen miedo de contagiarse. «En estos casos se guarda la distancia y se mantienen las pautas de higiene. Pero la mayoría de las labores se están realizando de forma particular, por lo que no es ningún problema que no haya EPIS para todos».

También están realizando labores de mantenimiento para garantizar la campaña futura». Estamos sulfatando, talando. Se espera una buena cosecha porque además estos días ha llovido y eso ha venido muy bien.

Mucha parte de las producciones que estaban programadas iban destinadas a hoteles, restaurantes, principalmente productos como corderos o chivos, que están ahora en temporada alta. «Si antes sobraba mercancía, ahora va a sobrar más, porque no hay consumo, no se puede exportar ni criar». Por esta razón recientemente Asaja ha lanzado la campaña Elige productos de la tierra. Ganas tú, ganamos todos para fomentar el producto local.

Pero la labor de los agricultores está yendo mucho más allá de la producción y es que al igual que tomaron las calles reivindicando sus derechos, también lo han hecho, esta vez, para realizar labores de desinfección. Un ejemplo de ello es Carlos Moreno, trabuqueño de 26 años que de la misma forma que asistió a la tractorada, se ha ofrecido voluntario a colaborar en estos trabajos. «Si está en nuestra mano, haremos todo lo posible por ayudar. El uso del tractor es mucho más eficiente que un equipo individual y abarca mucho más».

Queremos futuro era otro de los lemas que abanderaba el campo en sus protestas, lema que mantiene porque «el sector seguirá reivindicando las necesidades que tenía antes de esta crisis». Aunque los agricultores no están viviendo un confinamiento estricto, seguirán trabajando como siempre, exponiéndose y sacrificándose, porque ese futuro, también lo quieren para todos.