La Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), ha sido uno de los colectivos que ha estado al pie del cañón durante los peores momentos del estado de alarma y de pandemia en la provincia, desde el abastecimiento de supermercados con productos de sus tierras hasta la limpieza y desinfección de pueblos enteros gracias a la cesión de sus maquinarias. Ahora llega el momento de ‘devolverles el favor’, en una época difícil para ellos, y nos lo ponen fácil gracias a un nuevo proyecto de innovación social y de emprendimiento, la ‘I Guía Agroturística ASAJA Málaga’.

Concretamente se trata de una iniciativa dentro del Programa de Apoyo a Proyectos de Innovación Social de la Fundación La Noria, que surge de la unión entre la Diputación de Málaga y la fundación Bancaria ‘La Caixa’ y que tiene como objetivo principal favorecer el desarrollo de diversas actuaciones y proyectos de ámbito social. El proyecto consiste en la creación y publicación de una guía agroturística provincial en formato digital dentro de la web agroturismomalaga.com a la cual pueden acceder todos los usuarios e interesados en ese tipo de actividades aportando a su vez especial valor a todas aquellas experiencias relacionadas con la innovación y el emprendimiento en el sector del campo.

El antequerano Baldomero Bellido, presidente de ASAJA Málaga, define esta nueva iniciativa como una «inyección extra de ingresos para los agricultores y ganaderos de la provincia, que en algunos casos -como en las bodegas- se convierten en la principal fuente de ingresos, y poner en valor cuestiones de las distintas explotaciones y sectores».

Los propietarios de almazaras,fincas, molinos, bodegas y demás explotaciones agrícolas y ganaderas abren sus instalaciones a visitantes aficionados al turismo natural e interesados en el estilo de vida rural.

«Se organizan experiencias, encuentros, catas,visitas guiadas, incluso con alojamiento», informa Bellido, «yo creo que al final es una necesidad de los socios por dar difusión a la vida en el campo, un proyecto que crece poco a poco, pero con mucha fuerza y un marcado carácter social, ya que esta iniciativa tiene también como objetivo a largo plazo combatir el despoblamiento rural y hacer que los usuarios vean de primera mano las necesidades y problemas de las explotaciones, creando también un interés hacia la vida rural».

El sector agroganadero anda sumido en una crisis estructural desde hace tiempo y los socios de ASAJA no han dudado en unirse a esta iniciativa, son ya más de medio centenar de propietarios los que han sumado sus explotaciones agroganaderas a esta iniciativa, de todos los sectores y tipos,. «Algunos únicamente ofrecen un alojamiento en un lugar particular y apropiado para este turismo rural», confirma el presidente de la Asociación, «otros le suman también una experiencia, que no es más que integrarse en el aspecto de la explotación y en determinados momentos del año; en el caso de las bodegas, en la recolección de las uvas a partir de primero de agosto y septiembre, el pisado y fermentación y las catas a lo largo del año; en la ganadería lo mismo, existen queserías en las que los visitantes pueden participar en la elaboración de su propio queso, es una forma de atraer a la población al mundo rural que en muchos casos es un gran desconocido».

Una experiencia que resulta de lo más pintoresca para aquellos que no tienen contacto frecuente con el mundo rural. Un ejemplo de ello es la bodega ‘Doña Felisa’, en Ronda, donde «se planteó, -ya que tenían un entorno y unas vistas envidiables desde su explotación-, hacer catas de vino, incluso de aceite, en función de la demanda y se vieron desbordados por la cantidad de afluencia en estas actividades, ya incluso aportan alojamiento, algo que les aporta más ingresos que su actividad anterior», comenta Baldomero. «En la comarca de Antequera existen muchos lugares susceptibles de convertirse en grandes focos de este tipo de turismo por su potencial paisajístico, como la almazara y las bodegas de Mollina».

La Capuchina

El cortijo La Capuchina es uno de los que se han sumado a la guía como explotación agrícola, la finca se encuentra situada en el norte de la provincia malagueña, donde los cultivos de viñedo y olivar inundan el paisaje y abrazan los reductos de vegetación mediterránea.

En la plantación de viñedos propios, se encuentran variedades blancas y tintas destinadas a la elaboración de vinos con Denominación de Origen Málaga y Sierras de Málaga. Las instalaciones de la bodega han quedado enmarcadas en el recinto de un cortijo centenario, con la recuperación y adaptación de la almazara, cuadras y pajares. Las raíces del cortijo La Capuchina como explotación agrícola se encuentran en los vestigios del periodo romano y su ubicación en los terrenos de la finca -villa romana La Capuchina-. Ya en la época moderna, en la memoria de la casa ha quedado impresa la influencia de la orden religiosa de los Capuchinos. La familia García Segura es propietaria del cortijo desde inicio de los años 80 y ha tenido como objetivo la implantación de las técnicas más modernas de cultivo, con respeto al medio ambiente y sin perder los valores de la tradición agrícola.

En el cortijo de La Capuchina se puede disfrutar de esta nueva forma de turismo en un entorno donde se complementan la producción de uva y aceituna con la elaboración de vino y aceite. Conocer el manejo y las labores para la obtención de productos de calidad y los procesos que se siguen para la cuidadosa elaboración de vinos blancos, tintos y dulces.

«En un principio, nuestra oferta turística era difundida principalmente de boca en boca», comenta Susana García, propietaria de la finca, «pero luego contactamos con agencias, tenemos una web y hemos contratado a una persona exclusivamente para la gestión del turismo». El perfil de usuarios que contratan los servicios agroturisticos de La Capuchina es muy variado, tanto de visitantes del territorio español como extranjeros. «Nosotros hacemos distintos tipos de visitas», informa García, « la básica, en la que primero se enseña el cortijo, damos un paseo por el viñedo, explicamos la importancia del cultivo, visitamos la bodega y al final termina con una cata de los vinos con un pequeño tapeo». Sin embargo, también ofrecen otro tipo de servicios muy llamativos para aquellos interesados en el mundo del vino como «catering para grupos, eventos como cenas a la luz de la luna, en el solsticio de verano, comidas en la vendimia, talleres en los que, cada año, cogemos a un grupo de personas, se escoge una variedad de cultivo y se les distribuye en el cultivo una serie de filas, se les enseña cómo funciona el cultivo de la viña, la poda, hacen la vendimia, y luego se les hace el vino, se llevan a casa su botella, ellos mismos diseñan la etiqueta, se les enseña todo el proceso que hay detrás de cada botella», comenta, «es algo muy divertido porque conocen de primera mano las labores y luego diseñan su propio vino, su botella, sus mezclas. Hacen todo el proceso hasta que llega el producto final.

La Carraca

La Carraca Rural, por otro lado, ofrece alojamiento «en casas que están situadas todas en el campo, algunas tienen granjas o un molino de trigo restaurado», comenta su gerente, Pilar Villegas, «ofrecemos un turismo rural y los niños interactúan con los animales, pueden pasear a los ponis o recoger los huevos de las gallinas, además los visitantes pueden desarrollar actividades como catas de vino, turismo activo, talleres de cocina infantil y familiar, y turismo cultural o gastronómico».

Según cuenta Pilar, «ha sido increíble la demanda que hemos tenido este año, las plataformas de turismo rural se han colapsado, algo que nunca había pasado».

La población, alejada -por miedo- de la muchedumbre de las ciudades, este año se decide por un turismo más puro y seguro, por la tranquilidad que ofrece el campo y el aire limpio de las zonas rurales de la provincia, acercándose así al mundo agrícola y ganadero para conocer la labor y la importancia del sector primario que tan necesario se ha presentado en la sociedad actual.