Una de las localidades malagueñas más castigadas por la pandemia ha visto la luz al final del túnel. Guaro vive, sin bajar la guardia, la merecida tranquilidad que ha seguido a meses de dolor y angustia. Las últimas dos semanas han transcurrido sin apenas incidencia del virus. Las estadísticas la han situado en el selecto grupo de la veintena de poblaciones malagueñas que han permanecido actualmente libres de Covid al menos 14 días. La calma por fin se ha instalado en su atmósfera blanquecina, tras la pesadilla vivida en primavera y el nefasto inicio del otoño que coincidió con el virulento brote en su residencia de ancianos.

De hecho, este municipio de algo más de 2.000 habitantes es -sin tener en cuenta la incidencia en las principales ciudades malagueñas- el pueblo de la provincia en el que se han certificado más fallecimientos a causa del coronavirus. En total, han sido 19 muertes. Casi tantas como en los distritos sanitarios de la Serranía de Ronda, donde 25 poblaciones suman 23 óbitos, y la Axarquía, con 25 fallecimientos registrados en un conjunto de casi una treintena de municipios.

En cambio, ahora los vecinos de Guaro han participado en la campaña de vacunación masiva contra la gripe con un sosiego que era impensable hace solo un mes. Finalmente, el pasado 27 de octubre, el alcalde José Antonio Carabantes, tras la habituales conversaciones con los responsables del distrito sanitario Valle del Guadalhorce y de la residencia Sierra de las Nieves, pudo comunicarles que vivían "libres de Covid 19".

En el mensaje difundido por las redes sociales del Ayuntamiento de Guaro, Carabantes comenzaba dándole las gracias "a todos los profesionales del Servicio Andaluz de Salud como a todo el personal de la residencia Domusvi por su labor y esfuerzo". "Desde el Ayuntamiento transmitimos que, aunque en su día se tomaron medidas drásticas con el cierre de recintos municipales, hoy podemos comprobar que fueron las medidas correctas y acertadas, este resultado no puede hacer que bajemos la guardia, así que pedimos que se sigan las medidas que nos ponen las distintas administraciones para que no volvamos a tener gran incidencia de casos en nuestro municipio", aseguraba el regidor.

Impacto inmediato

Desde un primer momento, el coronavirus entró con fuerza en este municipio del Valle del Guadalhorce. Entre los meses de marzo y abril, se produjeron las primeras muertes y Guaro se terminó situando como unas de las localidades más castigadas de la provincia por la pandemia.

Los albores de la primavera resultaron especialmente tristes. En pleno confinamiento, a sus calles blancas se asomaron noticias negras y en ellas se celebraron pequeños actos de homenajes a las personas que fallecían, ya fuese por el virus o por causas naturales. Como no se les había podido dar el último adiós que se merecían, cada vez que fallecía alguien una vecina -con un equipo de altavoces y un micrófono en su mano- le rendía tributo al difunto y proclamaba distintos rezos en su memoria.

En aquellos momentos, una de las principales preocupaciones del Ayuntamiento era la de hacerle un seguimiento especial a la residencia de ancianos del municipio y aplicaba en sus instalaciones un tratamiento de desinfección aún más estricto que en otros puntos de la localidad. "Si llega el virus a la residencia, ya estamos viendo el daño que hace", aseguraba en abril el alcalde de Guaro, José Antonio Carabantes (Ciudadanos), sin perder de vista los estragos que la pandemia ya había provocado en otros centros sociosanitarios.

Desgraciadamentente, el pasado mes de septiembre la segunda ola empezó a manifestarse con virulencia y se declaró un brote en la Residencia Domusvi Sierra de las Nieves de la localidad, en el que se confirmaron más de un centenar de positivos y el número de muertes superó la quincena de víctimas.