Siempre se ha dicho que los ayuntamientos son la administración del Estado más cercana al ciudadano. La primera a la que se recurre en caso de necesidad y la primera en responder. Y durante este año 2020 ha quedado claro por qué.

Este año, marcado por la pandemia del coronavirus, los 103 municipios que forman la provincia de Málaga han demostrado su capacidad para adaptarse a las circunstancias y reinventarse para atender las necesidades de aquellos por quienes fueron elegidos.

En enero, antes del estallido de la pandemia, la vida municipal de la provincia se agita con una moción de censura de Cs y PP contra la alcaldesa del municipio axárquico de Alcaucín, Ágata González, que el grupo socialista logra frenar ya que la edil de Cs Sara Matés abandona el partido naranja y en vez de entregar su acta al grupo municipal se convierte en edil no adscrita y vota en contra de la moción, junto al representante de Por Mi Pueblo.

Ese mismo mes, Torremolinos aplaude la entrada en vigor del nuevo PGOU tras más de diez años de trámites, una buena noticia que el tiempo se encargaría de volatilizar: a finales de año, el TSJA suspende de manera cautelar el planeamiento bajo el argumento de una tramitación medioambiental deficiente para el Alto Tribunal, lo que deja en el aire proyectos como el centro comercial y de ocio Intu Costa del Sol, una inversión de más de 800 millones de euros que permitirían la creación de 7.000 puestos de trabajo.

El 30 de enero, el coronavirus salta por primera vez a la portada de La Opinión de Málaga: Un empresario que viajó a China es aislado en el Hospital Regional (que luego abandonaría al confirmarse que no tenía coronavirus) y el equipo de la ciudad china de Wuhan (donde se originó la pandemia) aterriza en Málaga para hacer la pretemporada en Sotogrande, lejos de los casos de coronavirus que asolaban ya al gigante asiático.

En febrero, Cs abandona el Gobierno de Cómpeta que compartía con PSOE y PMP, lo que abre la puerta para que más tarde el PP presente una moción de censura contra el alcalde del PSOE, José Moyano -con el apoyo de PMP- que permite a Obdulio Pérez recuperar la alcaldía para el PP.

A principios de marzo, se registra el primer caso de un paciente ingresado por Covid en la UCI de un hospital de la provincia. Se trata del veleño Pepe Sarmiento, anestesista jubilado de 73 años que fallecería semanas después en la UCI del Clínico sin que varias generaciones de anestesistas a los que formó puedan hacer nada por salvarle la vida. El Covid-19 enseña sus cartas.

Tras las cancelaciones de eventos, como un congreso de agencias de lujo que se iba a celebrar en Marbella, a mitad de marzo, el Gobierno central decreta el estado de alarma por tres meses. El confinamiento y el cierre de la actividad no esencial desatan el miedo al coronavirus y la crisis económica.

Los ayuntamientos rediseñan sus estructuras y fomentan el teletrabajo para garantizar el mantenimiento de los servicios municipales; reasignan las partidas económicas y se lanzan en tromba, por un lado, a la limpieza y desinfección de las calles; y por otro, a la búsqueda y distribución de material de protección para los profesionales sanitarios y los trabajadores de los servicios esenciales, así como a la distribución de alimentos para cubrir las necesidades básicas de los más vulnerables.

Al mismo tiempo, empiezan a aplazar el cobro de impuestos ya que muchos vecinos se encuentran en ERTES o no tienen ingresos por el cese temporal de la actividad; agilizan los pagos a proveedores, devuelven el dinero de actividades que no se pueden realizar y suprimen la zona azul.

Las miradas se vuelven hacia las residencias de mayores y aquellos que viven solos, los más vulnerables. Los ayuntamientos, con la ayuda de Protección Civil y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, se desviven por llevar alimentos y medicinas hasta el último rincón de la provincia.

La Diputación sale en ayuda de los pueblos pequeños. Los agricultores ponen sus tractores y los bomberos sus medios para desinfectar las calles. La Unidad Militar de Emergencias y la Legión se despliegan en hospitales, centros de salud y residencias de mayores.

El Ayuntamiento de Fuengirola acondiciona el pabellón Juan Gómez Juanito para los sin techo. La Diputación abre una línea directa para atender a los mayores que viven solos. Por toda la provincia corre un río de solidaridad. Las mujeres en los pueblos cosen mascarillas para los sanitarios; surgen los coronamakers, vecinos anónimos que utilizan sus impresoras 3D para fabricar pantallas protectoras de PVC. Otros fabrican batas y gorros que taxistas y fuerzas del orden llevan a todos los rincones de la provincia.

En abril, la Diputación triplica las ayudas sociales para cubrir las necesidades básicas y ayudar al pago del alquiler o acondicionar viviendas. Jóvenes de la Escuela de Enfermería de Ronda se desplazan a Madrid, la ciudad más castigada por la pandemia, para luchar contra el Covid-19. Empresas públicas, como Acosol, protegen a sus trabajadores para mantener los servicios esenciales como el abastecimiento de agua.

Llega el verano, la desescalada y la nueva normalidad. Pero los turistas no. El Villa Padierna es el primer hotel gran lujo que abre en la provincia pero otros como el Don Carlos de Marbella cierran temporalmente. La Junta y los ayuntamientos contratan auxiliares, desarrollan app y vuelan drones para controlar los aforos, al tiempo que extreman la higiene y acotan las playas para minimizar los contagios. Llega el verano: los españoles necesitan un respiro.

El chef José Andrés desembarca en el Villa Padierna con su ONG World Central Kitchen para preparar 300 menús diarios para los más desfavorecidos. Pronto pasa a 800 al día. Abre otras 13 cocinas por España donde ofrece 20.000 servicios diarios: dos millones de comidas en un plazo de tres meses.

La Diputación reajusta sus presupuestos y aprueba un plan anticrisis de 233 millones de euros para ayudar a los municipios de la provincia.

La pandemia que obligó a suspender la Semana Santa suprime ahora ferias, verbenas y conciertos pero a medida que pasa el verano, con el descenso de los contagios, festivales como Starlite o Marenostrum rediseñan sus carteles con artistas nacionales y reducen sus aforos para mantener algunos espectáculos. Pero no todos salen a flote. Para Tívoli, el coronavirus es la puntilla que le hace entrar en concurso de acreedores. Meses después cierra el Palacio de Hielo de Benalmádena. Y los propietarios del Marbella Plaza y el Diverhotel Dino aprovechan el caos urbanístico de la ciudad para anunciar el despido de un centenar de trabajadores, el derribo de los hoteles y la venta de la parcela para construir viviendas.

Mucho más limpio se presentan otros proyectos como el de Taylor Wimpey para construir 56 apartamentos de lujo en La Cala Resort, una inversión de 13,5 millones de euros. O el proyecto del Club Med para invertir 5 millones de euros en remozar el emblemático hotel Pez Espada en Torremolinos.

La pandemia ha permitido que los animales recuperen espacio pero se suspende el anillamiento en Fuente de Piedra, donde se pavonean 10.000 parejas reproductoras y nacen 6.000 flamencos.

El verano trae la segunda ola de la pandemia. Llega la vuelta al cole y los esfuerzos se centran en la desinfección de los colegios, la mascarilla obligatoria y el control de los accesos, como en Mijas.

Los ayuntamientos estrujan sus economías para diseñar planes de obras e inversiones que generen empleo y ayudas a lo que queda de la hostelería y el comercio.

El último trimestre del año, la segunda ola azota a los pueblos pequeños que claman por cribados que permitan conocer la situación exacta de la pandemia en sus municipios. Sierra de Yeguas, Cuevas de San Marcos... así hasta 11. La situación en Cuevas del Becerro es tal que la Junta se ve obligada a estrenar sus unidades móviles de PCR: ¿El resultado? Más del 70% de los vecinos contagiados, lo que obliga a confinar el pueblo.

En noviembre se adoptan medidas más drásticas para intentar frenar la tercera ola. Y a final de diciembre llega la ansiada vacuna. Termina así el año del coronavirus en el que se han hecho realidad actuaciones que marcarán el futuro de municipios como Fuente de Piedra, donde la Diputación ha licitado una planta potabilizadora para acabar con los camiones cisterna tres años después; o el de Canillas de Aceituno y Sedella, donde ha tendido el tercer puente colgante más largo de España.

En Nerja, el Gobierno central ha puesto la depuradora en fase de pruebas después de 20 años. Y la Junta ha entregado la depuradora del Bajo Guadalhorce a Pizarra, Coín y Álora; ha licitado los proyectos de otras 11; ha adjudicado la conexión de los pantanos de La Concepción y La Viñuela; ha abierto la variante de Arriate y la circunvalación de Antequera, donde por fin ha licitado la primera fase del Puerto Seco, un puerto para la esperanza.