El rebozado es una técnica de cocina que se suele aplicar a diversos alimentos y preparaciones para que conserven un interior jugoso y, a la vez, otorgarles un exterior crujiente.

Este método se suele aplicar a la hora de elaborar numerosos platos como croquetas de carne, calamares a la romana, aros de cebolla o alguna verdura rebozada. Aunque este recurso de cocina es de fácil aplicación, muchos de nosotros cometemos errores sin quererlo a la hora de rebozar.

Por ello, os presentamos unas indicaciones para que tus rebozados salgan de película. No te las pierdas, porque aplicándolas conseguirás muy buenos resultados y unos platos aún más crujientes de lo normal.

Para comenzar, el alimento (ya sea carne, pescado o verduras) debe tener la superficie seca ya que el exceso de humedad en contacto con la harina hará que se creen grumos y la textura final no sea tan homogénea y apetecible.

En cuanto a los propios ingredientes del rebozado, es importante que la harina esté tamizada para evitar grumos. De esta manera, favoreceremos que el alimento en cuestión quede cubierto de forma uniforme.

También es fundamental trabajar el huevo. Es decir, es importante que éste esté bien batido, con un color homogéneo y sin grumos, evitando a toda costa la clásica espuma que se forma al batirlos. Del mismo modo que nos pasa con la harina, en caso de no prepararlo adecuadamente, la textura final cambiaría siendo irregular y dejando partes del alimento al descubierto sin empanar.

Por otro lado, para que el rebozado quede más crujiente, una vez pasado el alimento por el pan rallado, es recomendable meterlo en la nevera para que se seque su capa externa, consiguiendo así una textura extra crujiente. Y si quieres potenciar el sabor del rebozado, puedes añadir al pan rallado un poco de perejil y ajos picados finamente.