El laberinto de Luz y el Minotauro.

El cubo de cristal del Centre Pompidou Málaga es un tragaluz, y esa luz que se traga, se estabiliza y edifica un laberinto vertical. Esta instalación está compuesta por 25 bloques de poliestireno expandido de 530 x I00 x I20 cm cada uno formando un laberinto de luz compacta, este laberinto podría ser un recinto para el silencio, un palacio de Esparta o un templo cristiano.

La luz se ha convertido en cuerpo con la capacidad de vaciar el espacio, ocupándolo, pero no llenándolo; ya no se trata de llenar el espacio, sino de vaciar el espacio y la mirada un instante antes de cerrar los ojos para que se llenen de vértigo.

La conversación infinita con el hueco del lugar y su amnesia, en el interior de ese útero de luz que es el Cubo del Centre Pompidou de Málaga, crea el laberinto donde quedará encerrado el Minotauro, fruto de la pasión incontrolada de Pasífae, condenada a desear sin tregua al hermoso toro blanco hasta ser fecundada por él.

Picasso permanecerá ocultado, media vida creativa, por la máscara del Minotauro para camuflar su dualidad. Un ciclo de vida, violencia, muerte y resurrección que se renueva con la tensión de cada trazo sobre un trozo de papel y conjura nuestro destino trágico.

La cabeza del Minotauro sigue ahí, voraz, colgada, alta, incrustada entre la espesura de los grandes bloques de luz a la espera de ser alimentada por las miradas de un público, también voraz, cercado entre los muros de su propia cabeza. Conocemos la entrada a nuestra cabeza, pero no sabemos por donde se sale.

La cabeza del Minotauro, en esta instalación, es una reproducción exacta, fundida en aluminio a escala real, del Bou de Costitx, exponente fundamental de la cultura Talayótica Balear y datada entre los siglos V y III a.c. El original se encuentra actualmente en el Museo Arqueológico Nacional.