Caminar de rodillas es ahora la penitencia que me hace triunfar, la penitencia de la aceptación, condenado sin verlo por el sueño idealizado.

El sonido del enjambre es el zumbido que me acuna y me adormece. El silencio no existe cuando cada músculo está en movimiento.

Un abismo o una bifurcación: ser mediocre o radical. ¿Cuál será nuestro atajo?