No importó que Donizetti compusiera su Lucia di Lammermoor en unas pocas semanas para crear una de las obras maestras más importantes y populares de la ópera romántica italiana, que florece no solo por su riqueza melódica y sus personajes dibujados de manera concisa a través de la música. Lucia fue parte del repertorio central de la Wiener Staatsoper hasta 1926 y luego nuevamente desde 1978, ofreciendo a generaciones de cantantes la posibilidad de demostrar su valía en el arte supremo del bel canto.

En esta escenografía de ensueño de Laurent Pelly, un elenco vocal de primer nivel brilla como nunca. Cuando la fenomenal Olga Peretyatko muestra la apasionante caída de Lucía, “la música y el teatro se funden en una mezcla explosiva” (Wiener Zeitung). Juan Diego Flórez, la superestrella del bel canto, es "probablemente el mejor Edgardo del mundo" (Kronenzeitung). George Petean se une a ellos como Enrico en el triángulo emocional del amor, el odio y la pasión. Con Evelino Pidò en el podio, la orquesta de la Ópera de Viena sobresale bajo este “maestro ideal de la música bel canto” (Die Presse).