Un explotador de tópicos, capaz de sacar oro de canteras que parecían agotadas. Y, más allá de todas las definiciones, un cómico: alguien que nos presta su tiempo, su cuerpo y su voz para que nos desencajemos las mandíbulas. A él acudiremos buscando no solo evadirnos un rato, sino como gesto reivindicativo: cuanto más amenazada se encuentre la libertad de expresión, más política habrá en el apoyo a este humor subversivo.

Si aún no has tenido la posibilidad de ver a Luis Álvaro en acción, en La Cochera tienes una nueva oportunidad. No faltes.