Durante largos meses nuestra vida cotidiana se ha visto alterada por las limitaciones impuestas por la situación sanitaria. Como en cualquier otra ciudad turística, las calles de Málaga y París se quedaron desiertas y sus instalaciones culturales permanecieron cerradas. De repente, en lugar del frenesí de la vida urbana contemporánea, nos vimos rodeados de calma y silencio. Una ruptura similar se produjo a nivel individual. Confinados al aislamiento y el repliegue interior, cada quien se vio enfrentado consigo mismo y obligado a hacer una pausa reflexiva, que a su vez suponía una invitación a replantearnos nuestra relación con el tiempo. Sobre todo, con el tiempo que nos dedicamos a nosotros mismos.

Esta experiencia común nos ha parecido que podía constituir una base interesante para proponer una exposición semipermanente de las colecciones del Musée national d’art moderne en el Centre Pompidou Málaga.

Distribuido en seis capítulos, el recorrido ha sido diseñado de forma progresiva con el fin de ofrecer al espectador una verdadera experiencia, planteada desde una visión literal del tiempo propio (el tiempo del ocio y las vacaciones) hasta acercamientos más íntimos, oníricos y sensoriales. A través de la presentación de una muestra alegre y ligera, se trata de proponer, lejos de cualquier univocidad, vías de reflexión evocadas por obras polisémicas. El tiempo interior y personal es flexible, fluido y cambiante, en radical oposición al tiempo medido e impuesto que define nuestra cotidianidad. Para ilustrar la confrontación entre tiempo aritmético y tiempo íntimo, hemos seleccionado un conjunto de obras, consideradas como auténticos testigos del tiempo, que hacen contrapeso a las visiones abiertas y cambiantes desplegadas en las diferentes secciones.

El tiempo propio puede desgranarse de maneras muy diferentes, cada una de las cuales ofrece a su vez varios niveles de interpretación. El ocio y la sociabilidad son elementos constitutivos de nuestras vidas, al igual que las vacaciones, por más que también puedan reflejar las ambigüedades de nuestra sociedad. Tomarnos el tiempo para dedicárnoslo también significa dejar flotar nuestra mente entre dos estados, como el sueño o el aburrimiento, y de ese modo abrir la puerta a lo posible. Esos momentos alejados de lo contingente son propicios a la evasión y la exploración del mundo interior, en el que se mezclan los sueños y los recuerdos. Al salir de ese estado, nos embarga una sensación de extrañeza y desorientación. Pero gracias a esa sensibilidad renovada, se nos revelan las vías por las que podemos reanudar con una realidad que ahora se nos aparece transformada por la experiencia vivida.

Con esta muestra aspiramos a reflejar la diversidad de las colecciones del Musée national d’art moderne del Centre Pompidou-París. Las obras presentadas pertenecen a diversas disciplinas y utilizan variados soportes. Abarcan en conjunto un amplio periodo histórico, desde principios del siglo xx hasta nuestros días, e incluyen una significativa representación de obras de mujeres artistas.

TIEMPO DE OCIO

Aunque la infancia suela idealizarse como un periodo de despreocupación, de aventuras y de juegos, el tiempo de los niños, al igual que el de los adultos, está sometido a una organización social que dicta todos los aspectos de nuestras vidas. Así pues, el tiempo al que llamamos «libre» es el que nos queda después de haber cumplido con nuestras obligaciones de aprendizaje, trabajo y productividad. En oposición al tiempo constreñido, medido a través de un número de horas de trabajo impuesto, el tiempo libre, también limitado, es el que la sociedad nos concede para dedicarnos a las actividades de ocio. Estos momentos de distensión y diversión adoptan múltiples formas, de las que las obras aquí presentadas nos dan una idea. Juntarse para bailar, hablar, tomar algo, hacer deporte o pasear son tantas otras ocupaciones que permiten desahogarse, cargar las pilas o crear vínculos sociales. Pero las actividades de ocio, auténtico objeto de culto de nuestra sociedad individualista y capitalista, están sustentadas por lógicas de consumo y sometidas a las modas que determinan y codifican nuestras actividades.

TIEMPO DE LAS VACACIONES

Momento de relajación y entretenimiento por excelencia, las vacaciones catalizan nuestras expectativas y esperanzas de un tiempo sin imposiciones. Al despertar nuestros deseos y sueños, marcan el ritmo de nuestras vidas y dan forma a nuestros recuerdos. En los países industrializados, la llegada de las vacaciones pagadas dio a multitud de personas la posibilidad de acceder a esta ociosidad reservada hasta entonces a la élite. Así, el turismo fue desarrollándose gradualmente hasta convertirse en una auténtica industria que hizo de las vacaciones un producto de marketing como otro cualquiera. Interesarse por las vacaciones y por sus formas y representaciones, es hacer frente a las ambigüedades de nuestra sociedad. Por lo tanto, aunque las obras de esta sección celebran la belleza de los paisajes vacacionales y su potencial de evasión, también revelan la ambivalencia de estos momentos. Sin cinismo, pero con una pizca de ironía, muestran la otra cara de la moneda y la artificialidad de la visión idílica que esconde unas realidades sociales menos glamurosas.

TIEMPO DE LA INTROSPECCIÓN

La sociedad capitalista, caracterizada por la imposición de la productividad, no reconoce ninguna utilidad a las personas mayores, a las que a veces parece considerar como un lastre. Para ellas, el tiempo se dilata y los momentos de socialización se vuelven más escasos. El espacio doméstico, asociado por mucho tiempo a las mujeres, es el marco de actividades menospreciadas por carecer de valor productivo. Sin embargo, es posible pensar en nuevas formas de domesticidad y de hacer de ese espacio un territorio de creatividad y resistencia, siendo testimonio de ello las prácticas artísticas feministas. La esfera íntima, espacio sagrado de la subjetividad, es un lugar propicio para la introspección. Aquí, el paradigma cambia: ya no se trata de matar el tiempo sino, al contrario, de tomarse tiempo, de descansar, de cuidarse o de cultivarse. Este tiempo que nos concedemos nos permite (re)construirnos y crear nuestro propio espacio –interior, secreto y protegido.

TIEMPO DE LOS INTERSTICIOS

Respondiendo a una necesidad fisiológica, el sueño es sinónimo de inactividad y de incumplimiento de tareas productivas. Pero, lejos de ser un «tiempo perdido», es un momento propicio para la evasión del alma, como sucede con esos intervalos entre dos etapas que son los viajes (a pie, en coche o en tren), o el trayecto entre dos lugares, bien físicos o mentales. Abandonarse a estos estados inestables es aventurarse en los territorios del sueño o el subconsciente. Estos tiempos de interrupción suelen resultar fecundos: el aburrimiento puede ser una fuente de cuestionamiento, de evasión física y de creación. Las obras de esta sección abordan momentos de transición o de descanso que anidan en nuestra vida cotidiana, los que se instalan en el espacio intermedio entre lo exterior y lo interior. Se trata de explorar la permeabilidad de las fronteras entre estados considerados como antagonistas (la vigilia y el sueño, la actividad y la inmovilidad, el esfuerzo y la pereza…) para pensar en temporalidades alternativas, que dejan a la mente abrir un campo repleto de posibilidades.

TIEMPO INTERIOR

Abstrayéndose de las contingencias externas, los recuerdos, las imágenes y los deseos se mezclan en nuestra mente y provocan un momento de ensoñación, donde la tiranía del tiempo deja de tener poder. La evasión psíquica nos ofrece la posibilidad de experimentar lo sublime, con todas las ambigüedades que ello sustenta. La realidad sensible se evapora poco a poco, hasta disolverse en un estado contemplativo, casi alucinatorio. Las obras aquí reunidas proponen, a través del mundo de los cuentos, la representación del cosmos o el despojo radical, una exploración de los misterios de la existencia, de sus vacilaciones y de su impermanencia. Ofrecen una experiencia inmersiva que trastoca nuestra relación con el espacio, invitándonos a una participación activa que exalta los sentidos. Es esta experiencia sensible, con su ambivalencia y su parte escurridiza, la que nos lleva hacia terrenos inexplorados, hacia un lugar fantaseado. Aunque liberador, este momento interior suspendido también nos recuerda que el horizonte seguirá siendo por siempre inalcanzable.

TIEMPO DE LA CONFRONTACIÓN

Tras un viaje a lo más hondo de nuestra interioridad, la vuelta a la realidad puede resultar brutal. Desorientados, perdemos nuestras referencias y nos vemos obligados a enfrentarnos a una relación metamorfoseada e incómoda con nuestro entorno. A partir de ahí, no nos queda más que asumir esta sensación de extrañeza para escapar del aturdimiento que nos embarga. Adoptando distintos enfoques, las obras presentadas en esta sección exploran la capacidad del arte para trascender la realidad, no con el fin de zafarse completamente de ella, sino para repensarla. Ofrecen una visión renovada de nuestra sociedad globalizada y estandarizada, sondeando sus espacios, sus objetos y sus representaciones. Así pues, se emplaza a la memoria, al cuerpo y al intelecto a concebir de otra manera nuestra relación con la naturaleza y el espacio urbano, pero también con la intimidad y la construcción de nuestra identidad. Armados con nuevas claves de interpretación, ya podemos deconstruir los sistemas establecidos y proyectarnos hacia otros futuros.