La quinta de las doce óperas de Puccini, además de una de las cimas de su producción musical, marca una transición importante en la evolución de la música del compositor. Si su anterior título, La bohème, es el último retrato de los estragos y sueños rotos de las clases obreras, Tosca supondrá el retorno a la más pura tragedia.

La crítica, como era habitual con las obras del compositor, se dividía entre el elogio y la reprobación. Frente a la exquisitez de las arias ‘Recondita armonia’, ‘Vissi d´arte’ y ‘E lucevan le stelle’, el exceso de brutalidad innecesaria, celos, tortura, lascivia, traición, chantaje, un fusilamiento en escena, un suicido… No obstante, por su marcado estilo impresionista, por su evidente influencia wagneriana, sobre todo en la orquestación, por su estructura ideal, por sus personajes perfectamente construidos y extraordinariamente descritos por la música… por esto, por todo y porque el público es el que dicta siempre el veredicto final, el éxito de Tosca a partir de la segunda representación fue y es incombustible.

En palabras del escritor Carlos Pujol, en su libro 1900, Puccini “había convertido un violento melodrama en un chorro de melodías apasionadas y tiernas capaz de conmover a sus enemigos más recalcitrantes”.

Su argumento es de corte político y la acción se desarrolla en apenas veinticuatro horas, tras la victoria napoleónica en la batalla de Marengo.