Poco después de que Rusia empezara su invasión de Ucrania el pasado 22 de febrero, el director Mantas Kvedaravicius decidió trasladarse a Mariúpol. Ya había estado allí tras el levantamiento de la minoría rusófila en la región de Donbass para rodar ‘Mariupolis’ (2016), que contaba pequeñas historias de gente corriente acostumbrada a vivir sus vidas en medio de un conflicto armado desde mucho antes de que la guerra actual empezara; esta vez su intención era reunirse con las personas a las que había conocido y filmado entre 2014 y 2015 y volver a recoger sus testimonios. Kvedaravicius fue asesinado el 30 de marzo a manos de las tropas rusas mientras trataba de abandonar la ciudad, literalmente con la cámara al hombro. ‘Mariupolis 2’ compila parte de lo que llegó a filmar hasta ese momento.

La productora Nadia Turincev, la directora Hanna Bilobrova y la montadora Dounia Sichov, en Cannes. Reuters

Presentado este jueves en Cannes, el documental ofrece una mirada desnuda -carece de voz en ‘off’ y de música en la banda sonora, y se compone de una sucesión de largos planos- a ciudadanos enfrentados al horror: dos vecinos que hallan un generador de electricidad bajo un par de cadáveres, hombres y mujeres que salen de la iglesia en la que se refugian en busca de víveres y ropa, un anciano que llora por sus pájaros muertos y su casa destruida, y se pregunta por qué trabajó 32 años para perderlo todo en un bombardeo. “Este es el legado de Mantas, el testimonio de su trabajo como antropólogo”, ha afirmado hoy la codirectora de la película y prometida de Kvedaravicius, Hanna Bilobrova, que trabajó en estrecha colaboración con la montadora Dounia Sichov para completarloa tiempo para su proyección en el certamen galo.