Tan solo unas semanas después de convertirse en la película más aclamada de cuantas se presentaron el el Festival de Sundance, ‘Past Lives’ es ahora la justificadísima favorita -de momento, se entiende- para ganar el Oso de Oro este próximo sábado.

Presentada hoy a concurso, la ópera prima de la dramaturga Celine Song retrata a modo de tríptico el romance platónico que Nora (Greta Lee) y Hae Sung (Teo Yoo) mantienen a lo largo de más de dos décadas, de la niñez a la adultez, y a través de dos continentes.

Y entretanto habla de muchas cosas, entre ellas la resignación por todas las oportunidades perdidas que hacerse mayor conlleva, lo que significa dejar una vida atrás y cambiarla para siempre por otra, o la necesidad de apreciar las oportunidades que se nos presentan en lugar de lamentar las que pasan de largo; en cualquier caso nada se pierde, nos dice Song, porque el pasado se dedica permanentemente a susurrar al presente. Cuesta recordar otra película reciente que se muestre igual de desinteresada que ‘Past Lives’ en adentrarse en el melodrama y, a la vez, igual de certera a la hora de atrapar el corazón del espectador en un puño. 

La sutileza y la capacidad conmovedora que ‘Past Lives’ derrocha son buena parte de los atributos que se echan de menos en ‘Journey into the Desert’, la película gracias a la que la alemana Margarethe von Trotta compite por segunda vez en este festival. Recreación de de la tortuosa relación sentimental que la poeta austriaca Ingeborg Bachmann mantuvo con el dramaturgo Max Frisch, no solo exagera hasta lo inverosímil situaciones e interpretaciones en busca del dramatismo más obvio; su tosquedad, peor aún, acaba traicionando a su protagonista.

Trotta pretende rendir tributo al ímpetu feminista de su protagonista pero, en buena medida a causa de su empeño por retratar a Frisch como un gañán monstruoso de tebeo y la relación como una mera sucesión de microagresiones machistas, la acaba retratando como una sufridora pasiva incomprensiblemente incapaz de mandar a su patético agresor a paseo. 

A diferencia de las otras dos, la tercera de las películas aspirantes al palmarés berlinés presentadas hoy no ha sido dirigida por una mujer, pero casi. ‘Disco Boy’ está firmada por el italiano Giacomo Abbruzzese, pero al verla es inevitable acordarse del cine de la francesa Claire Denis tanto por su forma de reflexionar sobre la terrible herencia del colonialismo francés, su virtuosismo visual, la sensualidad que logra transmitir a través de la mirada al cuerpo humano y su laxa relación con las convenciones narrativas.

De hecho, las similitudes con su modelo trascienden lo que entendemos como homenaje para adentrarse en el territorio del calco. Puestos a copiar, en cualquier caso, lo importante es hacerlo de las fuentes adecuadas y, sobre todo, hacerlo bien. ‘Disco Boy’ cumple con ambos requisitos.