Crítica de 'Los tortuga': los personajes, en el centro

Tiene el cine de Belén Funes ('La hija de un ladrón') una cualidad valiosísima en sí misma y en relación a los tiempos: los personajes siempre son lo más importante. En sus películas, los personajes, escritos con precisión y matices y abrazados con afecto, están por encima del tema, de lo que se quiere contar o denunciar. O, mejor dicho, el tema, lo que se cuenta y lo que se denuncia (es el cine de Funes un cine comprometido), los atraviesa y solo tiene sentido a través de ellos. Puede parecer obvio, pero en tiempos de un cine en los que los relatos y los personajes están al servicio de un tema que arrasa con todo, anunciado casi a modo de eslogan, esa concepción de las historias desde lo humano tiene algo exótico.

'Los Tortuga' habla de muchas cosas: inmigración, desahucios, precariedad y duelo. Y en otras manos habría sido un batiburrillo de temas. Pero no lo es por eso, porque todo se cuenta desde los personajes y el ser humano lidia con infinidad de cosas a la vez. Con una cámara ligera e invisible, que acompaña a los personajes y atiende a sus gestos, a los detalles que les definen, a las pequeñas revelaciones que les asaltan en el día a día (hermoso final), Funes acompaña a una madre y a su hija (magníficas Antonia Zegers y Elvira Lara), también a otras mujeres (es esta una historia de mujeres), en algo tan común como intentar tirar adelante. Lo hace con verdad, midiendo las emociones y permitiéndoles equivocarse. Al hacerlo, esos temas también nos atraviesan a nosotros.