A los castellonenses no les hacen falta excusas demasiado rebuscadas para reunirse en torno a una buena comida. Y si esta es una paella como Dios manda acudir a la llamada es obligado. Disfrutar de un buen paelló en buena compañía es una de las aficiones más arraigadas en esta provincia, de norte a sur y de este a oeste. Y volver a comer todos juntos incrustando la cuchara o el tenedor en el propio recipiente del arroz es uno de los deseos que volverán a hacerse realidad cuando remita la pandemia de coronavirus. Ese momento volverá.

Comer la paella en una reunión de amigos o familiares en plato no es algo demasiado bien visto entre los paelleros más tradicionales. Ahora bien, cuando el número de comensales es demasiado elevado no queda otra. Solo unos pocos privilegiados podrán deleitarse con la paella comiendo en el mismo paelló, entre media docena u ocho personas dependiendo del tamaño de las paellas más estándar. Pero este es un problema que a partir de ahora ya tiene solución.

Dos emprendedores valencianos, Lamberto Viadel José Miguel Marín, han lanzado al mercado El Paello, un nuevo soporte para cocinar el plato por excelencia de la Comunitat Valenciana que cambia el formato conocido de la paella, invariablemente circular desde tiempos inmemoriales. El Paello es una paella alargada que soluciona el problema de la limitación de comensales que desean disfrutar del arroz en el mismo paelló.

"Cuando las amistades o la familia se reúnen para comer en paella, lo importante es compartir. Y la circunferencia de la paella refuerza al grupo, porque se todos se distribuyen de manera igualitaria frente a la comida que se ofrece de forma circular", apuntan en su web los creadores de El Paello, que definen su invento como "una modificación de la paella que consigue situar a una docena de comensales de un modo igualitario y equivalente, para comer y compartir".

Eso sí, la inversión que habrá que realizar para disfrutar de este nuevo formato de paella no es baja. El Paello está a la venta por casi 290 euros, aunque para los amantes de las reuniones en torno a una paella seguro que les parece un desembolso asumible. Todo sea por meter el cubierto dentro del paelló y que cada uno marque sus dominios a golpe de cuchara o tenedor.