Señores de la RAE, ¿a qué esperan para introducir el término 'sachismo' en el diccionario? Allí va una posible definición: "Término aplicable a aquel que gusta del buen vivir, aprecia la mejor gastronomía y no hace ascos a una tertulia entre vinos y viandas". Reivindicaciones lingüísticas aparte, Sacha Hormaechea es un faro de Madrid y su Botillería y Fogón (Juan Hurtado de Mendoza, 11), abierto en 1972 por sus padres, un valor seguro al que uno acude para hincarle el diente a esa alta gastronomía madrileña de toda la vida, la de casa de comidas de confianza, buen producto y mejor cocina. Tiene que ver, por supuesto, con el ir y volver a gozar por enésima vez de su tortilla vaga, pero también está el disfrutar de un rato de conversación con un tipo que se las sabe todas.

El chef Sacha Hormaechea.

Pedirle a Sacha su lista de templos favoritos para tomar el aperitivo en la capital y que la comparta es un acto de generosidad sin límites: una carta de amor a Madrid del disfrutón mayor para sus aprendices y discípulos.

La Venencia

"Es mi lugar de cabecera, el lugar donde me gusta juntarme con mi gente para disfrutar de la vida entre copas de fino, palo cortado... y discutir sobre toros o cocina. Como en todas las grandes barras, hay que saber ganarse al tabernario, que no tabernero, que te pone los vinos. Este bar es parte de mi memoria y todas las cosas que pasan en La Venencia son buenas y van perfumadas por el aroma de la manzanilla". Eso sí, que nadie saque el móvil: en este santuario de los vinos generosos no se permiten fotos.

El Doble

“Si tu foto no está en la pared de El Doble (Ponzano, 58, y José Abascal, 16) no eres nadie. Es una barra por la que han desfilado los más grandes, desde Ferran Adrià hasta Martín Berasategui, pasando por Josean Alija. Es el auténtico 'checkpoint' de Madrid. Al que visita Madrid, siempre le digo: 'antes de ir al Museo del Prado, ¡pásate por El Doble!'. No solo hay conservas, tienen centollo, nécoras... El plan es ir, darse un homenaje y notar que tu pequeño mundo va haciéndose cada vez más grande".

Los hermanos Del Puerto, dueños de El Doble.

Casa Emilio

"Si no lo conocéis, ¡os mato! Está en el barrio de Prosperidad (López de Hoyos, 98) y fue el refugio predilecto del poeta Gabriel Celaya. Los días que necesito ponerme de buen amor, me paso por allí y dejo que José me sirva las mejores zamburiñas y navajas en conserva. Es un retrato fiel de la realidad de lo que es una barra y un bar. Uno de esos lugares lleno de parroquianos que todo el mundo quiere copiar y no puede".

Docamar

"Son los auténticos herederos de las primeras patatas bravas que se hicieron en Madrid; siempre digo que por eso son las bravas con más trazabilidad de la ciudad. Es un placer ir los domingos a la plaza de la Quintana y ver a la gente cambiando cromos y luego entrar en Docamar a tomarse el aperitivo. Estampas como estas son las que te hacen sentir al cien por cien que estás en Madrid”.

Las bravas de Docamar.

Arima

"En casa de Rodri y Nagore (Ponzano, 51) siempre me lo paso muy bien. Traen hasta Ponzano esa magia de la cocina del País Vasco. Siempre que se habla de cocina en miniatura me cabreo, porque los 'pintxos' no tienen nada de mínimo. Es al revés: es lo pequeño que se hace grande. A Rodri y Nagore les tengo que querer: se fueron a Estados Unidos a cocinar e hicieron una versión de una tapa mía clásica, la lima con berberecho. Mejorada, claro".

La Ardosa

"La Ardosa de Malasaña (Colón, 13) es un lugar que siempre ha resultado fascinante para mí. Durante un tiempo, era el único sitio en la capital en el que podías tomarte una ración de su estupenda tortilla de patata con una pinta de cerveza ¡checa! como la Pilsner Urquell. Imagínate".

Fachada del restaurante La Ardosa de Madrid.

Tres Olivos

"Siguiendo la ruta de la mejor tortilla de patata, recomiendo irse por la carretera de Colmenar y buscar esta cafetería, perdida en medio de una urbanización (la del mismo nombre, Tres Olivos, en la avenida del Campo de Calatrava, 17). La tortilla de patatas que hacen es flipante y su barra de 'pintxos' al estilo donostiarra, al menos en época pre-covid, era un auténtico espectáculo".

Rooftop Bar (Hotel Riu de Plaza de España)

Rooftop Bar del Hotel Riu de la plaza de España.

"Aquí (Gran Vía, 84) hay que acudir cuatro veces al año, una en cada estación, para tomar algo porque alucinas con las vistas de 360 grados sobre Madrid. Te permite disfrutar del cielo más velazqueño de la ciudad y es un sitio increíble para tomar el aperitivo. Es ideal para tomarle el pulso a la ciudad desde las alturas para luego bajar e irte caminando a La Ardosa". Y la ruta de Sacha comienza de nuevo...