Dicen que Lucía es un robot. La cibernética avanza que es una barbaridad. Tan deprisa, que deja en ridículo los prototipos que nos imaginábamos al salir de cualquier guerra de las galaxias. Lucía no tiene forma o las tiene todas. Si no a imagen y semejanza humanas, por temor a blasfemar, sí a imaginación de semejanza humana, como los Reyes Magos, para que no te dé tanto miedo.

Lucía, dicen, es un robot virtual, que cuando se trata de informática se refiere a que es pero no, o sea que se puede ver pero no tocar, como cualquier persona decente. Te escribe, eso sí, desde lo más profundo de su software. Lo que no tiene es piel metálica ni aspecto tangible. Por ejemplo, sus ojos son de color ninguno. Sería difícil, por tanto, hacerle un retrato robot en caso de cometer una fechoría, por más testigos que hubiera del hecho. Tampoco se le puede sacar a pasear como a C3PO, ni siquiera cuidarla como a un tamagotchi o esperar que te ladre o mueva la colita.

Yo, que crecí con Julio Verne, me siento un tanto decepcionado. No tanto por comprobar que George Lucas no es un visionario como por llevarme a sospechar que las imágenes de las ferias japonesas de monísimas autómatas azafatas con las que acaban los telediarios de vez en cuando, no suponen una muestra de los últimos avances tecnológicos sino que, tal vez, sólo sean un apunte de lo extravagante, al estilo de las carreras de irlandeses con la novia a cuestas.

No es el caso. Lucía no es ni estrafalaria, la pobre. Por más robot virtual que se proclame, parece un icono y no de aquellos que pudieran inquietar a Moisés en un desierto, sino de los más vulgares: los informáticos.

La nueva robot del turismo andaluz es una muñequita de messenger, verde, sin cara y con coleta y, parece que muy lista: sabe responder de diez maneras distintas. Ha de ser por ello que es una creatura -¿se le dirá criatura a un robot?- femenina, si no, no sería concebible. Pero además de lista, es modernísima. Tanto, que en su presentación del lunes en Málaga, el Consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso, aseguró que la puesta en marcha del robot virtual "sitúa de nuevo a Andalucía a la vanguardia de la innovación tecnológica".

Lo de "de nuevo", no lo entiendo. Debimos de estar en algún momento fugaz en aquel extraño sitio y no nos informaron. Da rabia.

Por fin, anuncian a Lucía como la primera iniciativa de este tipo que se realiza en el mundo dentro del sector turístico, cuya misión será la de ofrecer información acerca de playas, hoteles, vuelos, fiestas o monumentos andaluces a través del messenger a los usuarios de internet que lo deseen, potencialmente los jóvenes.

Lo mejor, la baja inversión del proyecto. Lucía cuesta menos que un chalé. Lo menos bueno, proclamar lo avanzado de lo tecnológico andaluz por medio de un programita menor, muy parecido al que cualquier mediana empresa usa desde hace tiempo en sus páginas web y no parecer un poco anticuadillo -no vayan a molestarse los de pueblo-. Basta entrar en la página de una tienda sueca de muebles que no necesita de mi publicidad, para poder charlar un ratito con cualquier otra Lucía virtual, que de monumentos poco, pero de sofás, sabe casi tanto como yo.

Será por novias virtuales...