Mi amigo no piensa ver los Juegos Olímpicos. ¿Ni el atletismo, rápido y libre de los avatares de los juegos de equipo? Ni eso. No soporta ver el sufrimiento de tanto estrés por un poco oro, plata, bronce o nada. "Decenas de atletas corren cien metros lisos por debajo de los diez segundos y ni los conocen, ni les dan medallas, ni pueden saltar los semáforos en rojo sin peligro. La vida diaria tiene mucha prisa pero para desplazarse rápido hay transportes públicos lentos que adelantan a los atletas sin esfuerzo".

Alego la lucha por superar los límites pero él no ve más que la de los relojeros por superar a los atletas que corren contra centésimas de segundo imperceptibles para los espectadores. "Cuanto más rápido van los atletas, más lentos les hacen ir los cronómetros captando ínfimas diferencias".

Defiendo la maravilla de los deportes acuáticos. Él se pregunta a qué viene ese afán anfibio y si la natación sincronizada la inventó el equipo veneciano de gimnasia rítmica. "¿Y el waterpolo? ¿Dos equipo de balonmano a los que la marea cogió a mitad de partido? ¿Por qué juegan en esa piscina cuando podrían hacerlo cómodamente fuera y dejar el sitio a los niños para que aprendieran a nadar?" No ve sentido a las carreras hasta que no tiren cocodrilos a la piscina: "Cada equis tiempo una multinacional de ropa deportiva presenta un bañador hecho con material nuevo y diseño diferente y mejoran los registros. ¿Mérito del nadador o del bañador?"

Detesto su desprecio olímpico por el esfuerzo de los demás.