Habrá dado Raúl Castro otro paso en la buena dirección al proclamar que los cubanos se deben acostumbrar a no recibir sólo buenas noticias? Lo común a toda dictadura es el control de la noticia, y el uso de ese control para informar sólo de logros y bondades. Este gusano de la dictadura vive también en las democracias, aunque aletargado, aquejado de raquitismo, sobreviviendo a duras penas a huracanes y chubascos de la opinión libre. Aunque la cuestión en Cuba no resida tanto en la dieta de noticias buenas, malas y regulares que se provea a los cubanos, sino en quién la provee, todo es empezar. En España los grandes periodistas de la transición a la democracia venían más o menos del franquismo. En cuanto les dejaron contar cosas les pudo el instinto, que por naturaleza de la profesión es informar. Soltada al éter la información, la contaminación democrática está asegurada.