Solbes reconoce que esta es una crisis muy profunda pero no convence a nadie aunque lo diga de forma convincente. Primero, porque ha venido negando todo lo que reconoce ahora. Segundo, porque pide tiempo para que se vea el efecto de las medidas (pocas y escasas) del Gobierno. Tercero, porque reitera que a finales de 2009 empezarán a cambiar las cosas, pero los datos de cada día deshacen sus previsiones, aunque ya se ha convertido en un especialista en cambiarlas sin rubor alguno. Se nos anuncia que seguirá subiendo el euribor, que los visados de viviendas han caído un 57% y alcanzan su nivel más bajo desde 2000, y comprobamos que los bancos no prestan ni para celebrar una boda. Mal pronóstico.

Y el ministro Sebastián, ahora con corbata en el Congreso, anuncia medidas ´revolucionarias´: se va a reducir un 20% el límite de velocidad en el acceso a las ciudades (es decir, convertir en hora punta las 24 horas del día), promover los coches eléctricos, regalar dos bombillas de bajo consumo a cada hogar y dejar la temperatura de los centros oficiales en 21 grados en invierno y 26 en verano. Vale. Genial. ¿Por qué no prohibir ir a trabajar en coche?

Luego está la firma del acuerdo entre el Gobierno y los agentes sociales, un documento que es nada más que una declaración de intenciones, pero no un plan de acción, que es lo que deberían exigir los sindicatos y la patronal en lugar de ir a Moncloa, firmar y salir de vacaciones, dejando los deberes para septiembre.

Los que mandan están obligados a asumir su responsabilidad. Si hay que tomar medidas, populares o impopulares, se razonan, se explican y se toman. Ni se puede echar la culpa a otros ni se puede escurrir el bulto. Los hechos se imponen sobre el marketing. Un Gobierno que va a tener dificultades serias hasta para aprobar los Presupuestos del 2009 no puede gobernar desde el buenismo y desde la improvisación. A estas horas, lo peor que nos está pasando es que nadie hace nada y tampoco sabemos si saben que tienen que hacer algo. Ya saben ustedes, cerrado por vacaciones. Aunque a la vuelta la casa esté en ruinas y el arreglo nos vaya a salir muy caro a todos.