Carta de solidaridad

Queridos compañeros de la tele vasca, queridos compañeros periodistas de Euskadi:

Hoy, cuando escribo estas líneas, recién estrenado el año, sigue sin írseme la indignación que sentí cuando la banda del horror, en una más de sus ridículas acciones para atemorizarnos, voló parte de las instalaciones de la EiTB. Hoy, en estos minutos iniciales de 2009, todos somos trabajadores de la televisión pública vasca, todos estamos amenazados con vosotros, todos renovamos el compromiso de valor y de honradez profesional que vosotros suscribís cada día.

Ya sé que, solo cada cual, valemos poco, y que, uno a uno, la solidaridad que enviamos, y nuestras promesas de no doblegarnos, valen de poco. Pero todos juntos vamos a poder con estos censores que, peor que en cualquier dictadura fascista, quieren callarnos la boca con dinamita.

En estos momentos, más que nunca, me doy cuenta del importante papel que los que nos dedicamos a la gloriosa tarea de informar podemos y debemos jugar en esta sociedad. A vosotros, compañeros de Euskadi, os toca ahora una de las peores partes. Pero no nos quejemos: hay otros colegas que están igual de mal o incluso peor -hay muchas formas de ser ETA a la hora de cortar alas a la libertad de expresión: pirata somalí, narco mexicano, funcionario de la represión en tantos regímenes totalitarios-.

Hay muchos que quieren silenciar las voces que creen, que creemos, que "noticia es todo aquello que alguien no quiere que se publique". Ya se ve que los de la banda del horror piensan, y es un honor, que hay que suprimir las noticias, los comentarios, los sonidos, las imágenes, que les perjudican, porque tratan de decir la verdad. Y la verdad de estos es tan sórdida, tan lamentable, que no es sino una putrefacta mentira.

Seguid así, compañeros: con el honor intacto, aunque los cristales estén hechos añicos. Sé que conforta poco, pero el primer pensamiento de muchos de vuestros compañeros en este 2009 ha sido para vosotros. Un abrazo fraternal.