Opinión

A pesar de todo

Ya no estamos preocupados´ es el título de la polka que Barenboim tocó de propina en el concierto de Año Nuevo. Habrá que tomarlo como síntoma o premonición de que somos capaces de ganar la batalla a la crisis, por más que todos los indicios apunten en contra. Con permiso del paro, de los precios, de los EREs, de la financiación autonómica, del petróleo, del terrorismo estéril y de tantas otras cosas que nos amenazan, podemos.

Pero hay otros problemas más graves que la crisis. El mismo Barenboim deseaba al terminar el concierto "un año de paz de y de justicia humana en Oriente Medio". Falta hace. Coincidiendo con el final de año, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas certificaba la imposibilidad de llegar a un acuerdo para instar de inmediato el cese de las matanzas.

El año comenzaba con nuevos bombardeos israelíes que añaden muertos a los más de 400 de los últimos días. Tanto Hamás como el Gobierno israelí como la comunidad internacional son culpables de su incapacidad para hallar una solución que impida las permanentes e históricas matanzas. Responderán ante la historia y, tal vez, deberían responder ante el Tribunal Penal Internacional. Escribía hace poco José María Ridao que "seguridad y justicia devienen incompatibles si no se busca la seguridad desde la justicia".

Hoy, en esa zona de Gaza no hay seguridad ni justicia y es una vergüenza para la humanidad. Cuando se acaban de cumplir 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, todos, deberíamos reconocer nuestro fracaso y reforzar el compromiso por encontrar una posibilidad real de paz para frenar la agonía de Gaza y Cisjordania. En este año que empieza se cumplen 50 años de la Declaración de los Derechos del Niño, pero allí en Gaza y Cisjordania, los niños no tienen ni siquiera el derecho a la vida.

Allí mueren bajo las bombas israelíes o convertidos en bombas humanas por sus propios familiares, pero sobre todo mueren día a día en medio del odio y el afán de revancha, irrecuperables para una vida digna de tal nombre. Ni Israel va a ganar esa batalla ni la van a ganar los terroristas de Hamás. A pesar de todo, deberíamos intentar que 2009 fuera más justo.

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