Opinión

Sondeos de Año Nuevo

Siempre me he creído lo justo de las encuestas. O sea, lo que hay que creerse después de expurgar ficha técnica y, sobre todo, descontar el porcentaje correspondiente según quién las encargue y pague. Esto último es un dato esencial según lección magistral de un gran ´aficionado´ a estas cuestiones: Alfonso Guerra. Pero de las encuestas sí me creo algunas cosas. Más que ofrecernos una foto fija nos indican el sentido de la marcha. Y las publicadas ayer indican claramente algunos sentidos. Uno es clamoroso: por donde va el PP no va a ningún sitio. Y no puede ir, además. Con un liderazgo desvaído y contestado, vago dicen algunos, con continuas divergencias y puñaladas internas y cada vez más lejos de un contundente mensaje único y nacional (al PSOE su electorado se lo perdona y hasta lo aplaude, al PP le castiga) no sólo no aprovecha la crisis que atraviesa el país y que debería afectar al Gobierno y su partido, es que incluso retrocede.

En los últimos meses se ha observado un fenómeno realmente sorprendente en la política española: los problemas del Gobierno y de los socialistas para quien acababan siendo motivo de confrontación era para los populares. Ejemplo: el alcalde de Getafe insulta a los votantes de la derecha. Al final donde se monta el cristo es en el PP. Los ´esperancistas´ abandonan la federación mientras que el resto no da ese paso. Algo parecido ha pasado en el asunto autonómico. La Aguirre sale de la reunión con ZP como unas castañuelas y se carga toda la estrategia nacional de su partido.

Las encuestas coinciden en ello. Coinciden también en un pequeño desgaste del PSOE, mínimo para lo que son sus merecimientos, aquí seguimos votando a los ´nuestros´ aunque nos tiren por los barrancos, y en un líder que mantiene el aprobado. Por los pelos pero lo mantiene. Ha perdido mucha confianza y la puede perder aún más cuando nos adentremos en el Año Negro.

El tercer gran asunto que pude acabar teniendo un calado y una trascendencia insospechadas hace nada es la emergencia de UPyD. Prácticamente empata en intención de voto con la desguazada IU. Y la tendencia es que superara en muy poco esos registros. Rosa Díez sí es la voz de su partido. Llamazares sigue empeñado en conservar su escaño y privar de la suya a la colación de donde ha sido descabalgado después de su catastrófica gestión.

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