Opinión

La cita

La consejera de Sanidad, Doña Mª Jesús Montero emplazó a D. Francisco de la Torre a una reunión después de Reyes, para hablar sobre el gran hospital. Como aquel reloj de ´Solo ante el peligro´ y Gary Cooper, la maquinaria marca las horas para una cita entre el alcalde y la consejera que esperemos por el bien colectivo no inicie el duelo. El ciudadano va a ir sobrado de noticias nefastas y sobresaltos durante este año 2009, perfecto escenario para que la clase política demuestre lo que tendría que ser en todas las ocasiones, esto es, albacea de los malos momentos. Fácil se maneja la nave con vientos propicios; durante las tormentas se lucen los verdaderos capitanes. La consejera lanzó un ultimátum: o se reunían las dos partes, o actuaría en consecuencia. Enigma. Por un lado, no parece que la Junta pueda asumir en solitario el proyecto; por otro, tampoco parece que se vayan a agarrar de los pelos. Habrá que dialogar sobre el asunto y si bien Don Francisco, por regla general, se muestra pausado ante cualquier decisión de alcance urbanístico, esta vez no es suya la culpa de que cuestión tan trascendente aún funambule sobre el absoluto vacío.

La consejera maga llegó a Málaga con un hospital al fondo de la chistera, y con unos planes de financiación tan vagos que suscitaron graves dudas. Vendería las parcelas de los hospitales que existen y con esos billetes alzaría el quimérico. Bien, ¿pero los pacientes van a la calle o quien adquiera, abona y aguarda el final de las obras? ¿Los constructores adelantan el dinero y ellos ya cobrarán? Porque en esto ha llegado una crisis financiera, no olvidemos. Pero, además, el sombrero ocultaba más interrogantes y, desde luego, el principal no se ha desvelado. ¿Este macro-hospital es suficiente? Cerraremos tres centros, y mil quinientas camas en uno solo suenan pocas para una provincia cuya población aumenta constante. El Ayuntamiento no puede quedar al margen de esta iniciativa. Si la consejera quiere llevar sus planes a buen término sabe que el Consistorio recalifica los terrenos, y una jugada de ese tipo se antoja imprescindible si Doña María Jesús busca mercadear con ese espacio, ahora, de equipamientos. Tampoco Don Francisco puede asumir el desgaste que le acarrearía una oposición cerril a un proyecto que, quizás, bien explicado encandilaría la voluntad del votante. Falta pedagogía a la consejera y, por ahora, no parece que haya sabido ilusionar a los malagueños. Con un pizarrín y unas correctas aclaraciones basta, pero no con un discurso enunciado en futuro, el tiempo con menor dosis de existencia. Por tanto, ambas instituciones, ambos responsables, están obligados a acudir al encuentro con sus mejores galas, y deseos de que el flechazo surja, si no por ellos, sí por los muchos ciudadanos que padecen unas incomprensibles carencias hospitalarias. ¡Que se besen! ¡Que se besen!

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