Opinión
El juego de siempre, en Gaza
Hasta que el policía malo no acabe su trabajo, el bueno no debe entrar en la sala de interrogatorios. El detenido tiene que haber acusado suficiente dolor, y un miedo tremendo a lo que aún puede venir. El policía bueno debe entrar como si fuera un intruso, parar la mano al malo, y echarle fuera, pero dejando claro que no es para siempre, con frases del tipo: "bestia, ¡sal de aquí y tranquilízate!". Luego, para ganarse al delincuente, el policía bueno debe criticar al policía malo. "Este salvaje te va a matar", "yo no apruebo en absoluto estos métodos", "si por mi fuera no estarías aquí", y cosas así. En todo caso el policía bueno debe dejar claro al detenido que, si no colabora, no podrá hacer nada por él, y el policía malo volverá para acabar el trabajo. El detenido, que desde luego es culpable, colabora. En el fondo es lo que deseaba hacer, pero no podía hacerlo sin buenas razones.
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