Opinión

¡Dios!

Qué hablen de uno, aunque sea mal, pensará Dios, caso de que exista. Con la publicidad en contra y a favor, Dios gana actualidad. Los mentores de la campaña para quitar a Dios de la dieta de angustia no sabían lo que hacían. Un astuto y sabio jerarca de la Iglesia en una región más bien pagana, en la que se usaba la blasfemia casi como muletilla, dijo que no dejaba de ser una forma de fe. Los verdaderos ateos no se llaman de ese modo a sí mismos, ni lo pregonan: simplemente pasan de Dios, hacen la vida como si no existiera. En cuanto al creyente pleno, sin vacilación alguna, he conocido pocos, y no solían hablar de Dios. La duda vive en la mayoría de creyentes, en un plano o en otro de su conciencia, y los alardes de fe no dejan de ser modos de combatir esa misma duda latente. Puesto que ateos y creyentes de veras no hablan de Dios, campaña y contracampaña son publicidad engañosa.

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