Opinión

¿Por qué no lo hablamos?

Algunos políticos se vuelven algo cegatos cuando gobiernan, y no suelen recuperar la vista hasta que los ciudadanos vuelven a mandarles en las urnas a la oposición. El afán de mantenerse en el poder cuando lo consiguen les lleva a aplazar sine die la adopción de medidas a medio y largo plazo por mucho que el país las necesite, porque a diferencia de las más cortoplacistas, no dan un rédito inmediato en votos. La independencia energética, o al menos la diversificación de las distintas fuentes de energía y de su procedencia, es uno de los grandes debates pendientes de nuestro país. Y la crisis del gas ruso, que tiene tiritando a 17 países de la UE en plena ola de frío, nos está dando ocasión de comprobar lo importante que es tener resuelto este suministro estratégico para evitar chantajes.

En el caso concreto del gas, un gobierno también socialista aunque menos miope que el actual, el de Felipe González, lo abordó a tiempo, y fue capaz de firmar un vital contrato de suministro con Argelia y poner en marcha un ambicioso programa de plantas gasistas para almacenar el que traemos por barco de países como Noruega, que siguió desarrollando el gobierno de Aznar, y gracias a los cuales hemos podido seguir la crisis del gas ruso por la tele, sintiéndonos a salvo. Pero ¿lo estamos? Sólo con el gas, y de momento. La paliza que le ha dado a nuestra economía la última escalada de los precios del petróleo está en la mente de todos, y vendrán más porque este juego de abro el grifo/cierro el grifo es cíclico.

La suficiencia energética no es una cuestión económica sino de soberanía. Y en un país que como España no produce energía suficiente para abastecerse, no es sensato que se siga aplazando un debate como el de la energía nuclear así como apostar por las energías verdes, aunque éstas no podrían satisfacer nuestra demanda actual de energía. El debate que ahora ´toca´ y que tendría que abrir el presidente Zapatero es éste.

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