El filósofo Zapatero

En su afán por ser una cosa y la contraria al mismo tiempo, Zapatero logra aunar en una misma persona lo que le cuesta tanto unir a los filósofos de todos los tiempos. Es simultáneamente defensor de los nacionalismos regionales y garante de la unidad de España; da dinero a los banqueros (como casi todos los gobiernos) al tiempo que radicaliza su ´discurso social´; insiste largo tiempo en que la crisis no existe y se presenta después como primer luchador contra la crisis? Ahora volvió a lograr la encarnación viva de la ambigüedad frente al caso de Gaza: dirigentes del PSOE han participado de una manifestación a favor de Palestina, en tanto la postura oficial del Gobierno sigue siendo más escueta: pedir a Israel que detenga la invasión.

No se trata de una sólida contribución al ´pensamiento complejo´ de Edgar Morin, un investigador que puso de manifiesto el contenido esencialmente ambivalente de la propia especie humana. El ser humano, en efecto, se mueve en el mundo de lo racional pero obedece más a su emotividad, y es presa de lo mágico y lo místico, derivando frecuentemente hacia el delirio y la locura. Pero un gestor no puede pretender que esa dualidad esté constantemente presente en sus actos, porque sus decisiones no pueden ser, en cada momento, una y su contraria. Si diera la talla -lo que es dudoso- deberíamos animarlo a que se dedique al pensamiento puro.

Pero es cierto que esa dualidad sabotea constantemente el esfuerzo lineal del ´pensamiento único´ por presentar a la raza humana en la cumbre de una civilización presidida por lo racional, disfrazando a una sociedad que se mueve casi exclusivamente por intereses.

En el caso de Palestina, podemos encontrar una concatenación de causas y efectos buscando una secuencia larga -desde la creación del Estado de Israel y el desalojo violento de los palestinos- o apelando a una secuencia corta: por qué se rompió la tregua de seis meses, iniciándose el devastador ataque contra Gaza. Hace algunos días pude encontrar en una información periodística una enumeración honrada de los hechos, pero estaba escondida al final de una crónica sobre la indignación de Turquía, posible mediadora entre Israel y Siria, que se sintió traicionada por los gobernantes del Estado judío cuando iniciaron los bombardeos, dinamitando aquel proceso negociador. En esas líneas casi ocultas se recordaba que la tregua fue rota por Israel, no sólo por mantener el bloqueo de Gaza sino por un ataque directo, asesinando a media docena de dirigentes de Hamás. Fue entonces cuando la resistencia palestina halló su último recurso en el disparo de cohetes casi inofensivos hacia el sur de Israel.

Aquellos míseros cohetes fueron contestados con la matanza que está consumándose día tras día bajo la mirada impávida del ´racional´ mundo occidental. Pedir ahora que Israel se limite a detener el fuego y obtenga a cambio el cese de toda resistencia equivale a la entrega de ese sufrido pueblo, atado de pies y manos, al Estado judío.

Lo que en buena parte ha conseguido el ´pensamiento único´, con su martilleo constante sobre la opinión pública mundial, es equiparar todas las formas de terrorismo, al tiempo que se niega el terrorismo de Estado; sin embargo, éste es tan aniquilador que el ejército israelí ha conseguido, en apenas 15 días, superar el total de víctimas de ETA en toda su existencia (los terroristas vascos aún no llegaron a provocar 900 muertes, cifra superada ayer en la matanza de Gaza). Que el asesino De Juana Chaos se manifieste a favor de Palestina no es culpa de los palestinos.

Si la justicia internacional fuera una realidad, los gobernantes israelíes deberían ser juzgados por crímenes de lesa humanidad. Y si fuera capaz de asumir tal propuesta, el filósofo Zapatero podría convertirse en un político coherente.