Opinión

Mañana

Cuando mañana algunos salgamos a la calle en Málaga no lo haremos alimentando el odio de quienes, de tanto odiar, olvidaron que amar es la tarea. Cuando salgamos a gritar contra la guerra en Gaza, o mejor, contra la ocupación militar desproporcionada y brutal por parte del ejército israelí de la franja de Gaza, gritaremos contra todas las guerras.

Gritaremos para que nunca más se agote la diplomacia antes de ningún muerto. Caminaremos y nos miraremos en el otro, con nuestro mismo acento o distinto, como civiles contra toda violencia que crea que una causa, por muy justa que haya nacido a los ojos de quienes se apoyan en ella para matarnos, merece nuestra muerte. Levantaremos las manos abiertas para que nunca se cierren como puños alrededor de un arma (excepto en defensa propia, quizás, como última salida para no morir poniendo la otra mejilla quienes no servimos como mártires, pequeños seres humanos imperfectos y siempre a punto de perder el norte dando el sur por perdido).

Quienes mañana por la tarde salgamos a la calle en Málaga gritaremos porque en este mundo no muera ni un solo niño más. Ni haya nunca más un niño soldado ni una niña violada ni infancia enferma sin cuidados. Gritaremos para que nadie permita que un solo niño se quede sin escuela para tener un futuro mayor y no sólo ser mayor sin un futuro. Y lo haremos con las fotos de demasiados niños acribillados por la metralla en Gaza, algunos de ellos para vergüenza de una comunidad internacional que sigue mostrándose más solvente a la hora de facilitar la circulación de los capitales que de detener una masacre. Porque la muerte de un niño, la que ocurre por culpa de la violencia de los adultos, es en sí sola una matanza, una masacre. Niños que en el conflicto de Oriente próximo son víctimas tanto de la estrategia desesperada de Hamás, como de la terrible furia del ejército israelí convertido en el dios más cruel de algunos capítulos del Antiguo Testamento.

Cuando gritemos mañana por la paz y contra la injusticia no lo haremos de manera partidista u oportunista única y exclusivamente por el último conflicto mediático, o porque es el conflicto más progre que toca defender, sino porque dentro de ese grito estarán también los civiles y los niños de Darfur, del Zaire, del Congo, y de otras tragedias más olvidadas que menos, y más o menos correctas u oportunas políticamente en lugares lejanos del globo o de aquí al lado.

Algunos de quienes mañana salgamos a la calle no lo habremos hecho para alimentar el fundamentalismo islámico y el antisemitismo, ni nos habremos manifestado necesariamente desde una religión o ninguna. Ni siquiera porque nos haya convocado nuestro propio partido político (o no lo haya hecho y lo hayan hecho otros partidos u organizaciones a las que no pertenecemos o sí). Mañana saldremos porque creemos en que los más de mil muertos de Gaza en estos días de fuego y plomo, como los demás de cada día, son nuestros muertos. ¡Basta ya!.

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