Opinión

Peligros del yo

Sabemos cada día algo nuevo de los grandes de la política. Sarkozy es adicto a la manipulación terapéutica, y Obama al correo electrónico, vía Blackberry. Al primero, al parecer los manejos corporales le liberan y ordenan energías, dándole ese aspecto exultante con el que triunfa, y al segundo la conexión inalámbrica le debe marcar los ritmos vitales. Bien mirado una cadencia sostenida de mensajes por correo electrónico, si son de intensidad suficiente, viene a ser como una sesión de acupuntura continua. En cuanto al manoseo enérgico, remedia la escasa tactilidad de nuestra cultura social. Al final la cosa está en que un gran jefe vive tan aislado de todo, tan protegido, tan exento, tan intocable e intocado, que si no tiene una conexión para las descargas el propio yo le acaba fundiendo los circuitos. El problema se agrava si no tiene un refugio interior en que guarecerse del yo.

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