Opinión

Cartas al director

Los usuarios de aerolíneas, perjudicados por intereses privados de sus directivos

Quiero denunciar las arbitrariedades y abusos cometidos por la aerolínea Air Europa, sin ningún motivo razonable que las justifique, que causaron graves perjuicios y contratiempos a casi los 400 pasajeros que hicimos el vuelo UX 089, Madrid - Sto. Domingo, el pasado 14 de noviembre de 2008.

En primer lugar, a la salida se produjo un retraso de más de 40 minutos. Una vez en el aire, el vuelo con destino Sto. Domingo se desvía y hace una escala no prevista ni programada en Puerto Plata, R. Dominicana, donde se bajan unas 10 personas entre las que se encuentra el presidente de la compañía Sr. Hidalgo, y nos tienen más de 1 hora sin salir del avión para repostar y continuar el viaje a su destino.

El motivo principal de esta denuncia es, que todo lo acontecido no se debe "a problemas técnicos en el avión por una avería que afectaba a la seguridad del vuelo", como cínicamente y faltando a la verdad dice la compañía, sino que lo triste y bochornoso, como pude constatar con la tripulación de cabina, es que el retraso fue porque estuvimos esperando a que el Sr. Hidalgo y sus acompañantes embarcaran en Madrid, y la escala se hizo porque éstos viajaban a Puerto Plata y no a Sto. Domingo.

¿Es normal y se debe permitir que un alto directivo de una compañía perjudique a todos los pasajeros de un avión que iba completamente lleno? ¿No se tiene en cuenta el riesgo de duplicar los despegues y aterrizajes? Creo sinceramente, que la administración como responsable de supervisar y controlar el transporte aéreo, no debe permitir actuaciones como estas.

Alberto Calvo Vargas

Málaga

Breve historia de la humanidad

Al principio, muy al principio, los seres humanos no tenían absolutamente nada más que su propio cuerpo, peludo, supongo, y un supermercado gigantesco, abierto las veinticuatro horas y gratuito. Sólo que los alimentos no andaban clasificados por las estanterías bajo brillantes luces de neón, sino dispersos por las ramas, debajo de la tierra, corriendo velozmente o volando. Pero pasaron siglos y siglos y aprendieron a cazar, y su dieta se enriqueció, aunque seguían sin tener una vivienda de cien metros cuadrados, ni zapatos, ni pellizas, excepto las burdas pieles de los bichos. Luego volvieron a pasar siglos y siglos, y aprendieron que los seres vegetales podían sembrarse cerca de sus cuevas, y había animales a los que no les importaba vivir con los humanos aunque al final se los comieran. Y una vez asentados, comenzaron a construir viviendas, y así nacieron las aldeas, que luego se convirtieron en pequeñas ciudades, y aprendieron el arte de comprar y vender, y de ir de acá para allá buscando cosas que comprar y vender, hasta que descubrieron el concepto de ganancia. Y desde entonces, los humanos no han hecho otra cosa. Bueno, los que se enriquecieron pagaban, miserablemente, a los que no se enriquecieron para que les construyeran palacios, jardines, iglesias, etc, para que esculpieran, pintaran, bailaran y cantaran para ellos. Y, por supuesto, para que construyeran carreteras y carruajes con los que seguir yendo de acá para allá en busca de cosas para comprar y vender, aunque no fueran necesarias en absoluto. Y así, hasta hoy, que de tanto esquilmar a las plantas y a los animales y a la misma tierra buscando alimentos y comodidades no necesarias para tantos millones de humanos y, de paso, ganancias, pues ya ven dónde estamos.

Carlos Saura Garre. Málaga

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