Opinión

Obama/JFK

En España tenemos la inveterada costumbre de exagerar casi todo lo que se refiere a los Estados Unidos de América. Por ejemplo, hablamos de la América profunda, de que Nueva York es otra cosa, como más europea, del supuesto rojerío de ciertos actores y músicos, etc. Con la elección de Obama nos ha ocurrido algo parecido: la izquierda, en su mayoría, lo considera uno de los suyos, como una especie de Zapatero a la americana; a la derecha no le ha quedado más remedio que tragárselo y no se ha ahorrado ningún elogio hacia él, aunque la mayoría del PP, en especial esa ala liberal tan sui generis que representa Esperanza Aguirre, se decantó a favor del candidato republicano.

De tópicos está lleno el discurso y el político se lleva la palma. Obama es un producto típicamente estadounidense, generado por una sociedad compleja que sabe, en su inconsciente colectivo, cuando tiene que reaccionar frente a las crisis del tipo que sea, generar sus propios anticuerpos. Lo hizo con Roosvelt, con Kennedy o con el propio Nixon el cual, a pesar de su Watergate, acabó con Vietnam y abrió la antesala del final de la guerra fría.

El nuevo presidente de los USA ha prometido una nueva era porque la esperanza se impondrá al miedo, y la voluntad común se impondrá al conflicto y al desacuerdo. Pues bien, a partir de estas maravillosas palabras escritas por su numeroso y habilidoso equipo de negros, me gustaría pedirle a Obama que cierre ya el supuesto de una novela del añorado Manuel Vázquez Montalbán: quién mató a Kennedy, quién mató a JFK. Parece ser que, según los protocolos de seguridad y protección de informaciones confidenciales, hasta el 2038 o 2048, no se pueden desvelar los miles de papeles ocultos que hay sobre el asunto. Obama haría muy bien, en aras a la nueva era y a la transparencia, en sacarlos a la luz pública ya.

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