Opinión

Rajoy se ´obama´

Primero se quiso zapaterizar a Obama y ahora Rajoy se baraka. En el foro de Madrid, Mariano Rajoy regresó a la retórica emocional con nuevo estilo. Los que sentimos ternura por la niña de Rajoy en las pasadas elecciones, somos sensibles a que ahora las cifras del paro no sean "dígitos rojos sino sueños rotos". Si vamos a incorporar el sueño a las aspiraciones españolas, malo.

El sueño es americano, se vive con los ojos abiertos y niega la pesadilla. El sueño español es la siesta, cada vez menos practicada (sólo el 16%). El sueño americano es fruto de la sociedad de pioneros en la que todo era posible. El español se duerme con los ojos cerrados porque cuando despierta el dinosaurio y la duquesa de Albatodavía están allí, como desde hace siglos.

Ni el sueño es igual ni se entiende lo mismo por la esperanza que, como la cubertería de plata, no se usa nunca pero es lo último que se pierde. Rajoy habló de la esperanza y hay quien lo relaciona con el best-seller político del presidente de Estados Unidos ´La audacia de la esperanza´ pero aquí se confunde con la osadía de la Aguirre.

Todo esto es menor respecto al empeño, mayor, de una retórica emocional directa que llegue al corazón, cuando aquí estamos hechos a la ´pedagogía´, ese puré de propaganda que alimenta el cerebro sin empapizar. Hasta ahora, para humanizar, Rajoy tenía la eficaz y popular expresión de "personas con cara y ojos".

Al modo de Obama, el presidente del PP aplica el dos por uno. Primero, sin nombrarla, magnifica la crisis que vive su partido a través de sus espías y pide "responsabilidad y grandeza" (que llevan su contrario implícito de irresponsabilidad y mezquindad).

Y segundo, poniéndose en medio de una desunión que se entiende mal y le viene bien, toma una actitud bipartidista para su único partido asegurando que él es quien "garantiza la unidad pase lo que pase". Para rematar, presenta el concentrado de nuevo patriotismo -valores, trabajo bien hecho, austeridad, espíritu de superación, esfuerzo, mérito y espíritu cívico- mucho menos españazo y banderolo de lo que solía.

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