Hoy comparecen juntos en un acto público el alcalde, Francisco De la Torre, y la hasta ayer segura candidata de los socialistas, María Gámez, para presentar una actuación al alimón entre el Ayuntamiento de la capital y la Junta de Andalucía. La foto tiene su morbo. Habrá que analizar con detalle las miradas, silencios y complicidades que puedan revelarse entre dos personajes de la actualidad local que en unos meses podrían enfrentarse por la alcaldía de Málaga. Sobre todo en el caso de Gámez, que ha debido pasar un auténtico vía crucis en las últimas horas tras el desaguisado de su nombramiento, primero, como candidata pactada con la dirección regional del partido, y la posterior matización lanzada desde Sevilla diciendo que aún no estaba ratificada. No le ha hecho el PSOE ningún favor a la todavía representante de la Junta en Málaga. Pero no sólo a ella. Lo ocurrido en los últimos días ha incomodado a todo el mundo en el seno de los socialistas. Ha cabreado a las agrupaciones del partido en la capital, que esperaban tener algo que decir en el debate o quizás realizar un último intento por proponer otro candidato, ha enfadado a la dirección regional, que ha visto como le estallaba una guerra no prevista cuando aún debe cerrar otros frentes más complicados en cuestión de candidaturas, y ha terminado por hacer tambalear la unidad interna del socialismo malagueño que aupó a la actual dirección hace dos años. En política las formas son tan importantes como el fondo y lanzar un acuerdo que no estaba cerrado sin el visto bueno de Ferraz denota precipitación.

A los jóvenes mandamases del PSOE de Málaga les han traicionado esta vez las prisas por evidenciar un cambio generacional en el partido y ahora capean a duras penas la filtración, o mejor la infiltración, la inyección antiinflamatoria que han querido poner a los viejos leones locales que se resisten a perder comba.

Rafael Velasco, vicesecretario general del PSOE andaluz, lamentaba ayer la difusión del acuerdo y ponía el acento en un concepto que escuece a las bases del partido, que se ponga en cuestión su democracia interna. Algo que los socialistas llevan a gala como sello de identidad frente al dirigismo del PP. Al final, Gámez será la candidata y lo primero que deberá hacer es convencer al electorado de que tiene el apoyo del partido. Primer tropiezo para una carrera electoral a un año vista.