Si usted escucha las declaraciones de algunos políticos, desde Aznar a Cayo Lara, pasando por Artur Mas, llegará a la conclusión de que aquí el único culpable de todo, o casi, es José Luis Rodríguez Zapatero. La salomónica (vamos a llamarla así) sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, que a nadie ha gustado (como era previsible), ha servido para que toneladas de cenizas condenatorias caigan de nuevo sobre la cabeza, cada vez más como ausente, de ZP. Y no digo yo, conste, que el presidente del Gobierno no se haya hecho acreedor a recibir algunos de los disparos con que le obsequian sus rivales, pero ¿somos todos conscientes de nuestras culpas?

Si la situación económica del país es tan mala como dicen aquellos expertos que no aceptan una mejora coyuntural en las cifras del paro, ni la favorable calificación oficial de nuestros bancos, hay que insistir en que todos tendríamos que aportar nuestro granito de arena. Y hay que admitir que no todos lo hacen, o lo hacemos. A Rajoy, por ejemplo, le reconozco un esfuerzo de prudencia, por ejemplo ante la sentencia sobre el Estatut; él sabe lo que se juega en este envite y prefiere ser dueño de sus silencios que, como ha ocurrido tantas veces, esclavo de sus palabras. Un reconocimiento que no puede extenderse, lamentablemente, a otros miembros destacados del PP, empezando por María Dolores de Cospedal, lanzada a la senda del insulto sin matices, por ejemplo contra el president de la Generalitat a quien llamó «fascista o marxista» (¿?). Aunque de Montilla, la verdad, tampoco puede decirse que ande actuando con cautela ni finura política, precisamente: se le ve angustiado ante la posible pérdida del sillón en las elecciones autonómicas de ¿noviembre? y quiere encabezar la oportunista manifestación del descontento catalán ante una sentencia del TC que aún nadie ha leído en su integridad.

Claro que el principal rival de Montilla ante las elecciones catalanas, Artur Mas, entra igualmente en el ranking del despropósito, al colocarse de pistolero en el ´saloon´, amenazando a Zapatero con forzar su caída «si no mide sus palabras». Ahora, producido ya el ´sentenciazo´, estamos a la espera de un análisis, por parte de Zapatero, más profundo y detallado que ese ´nos han dado la razón; el Estatut es básicamente constitucional´ con el que los socialistas han despachado una sentencia cuya literalidad, ya digo, no es aún conocida. Claro que, para compensar, viene José María Aznar, en su semana de gloria (el ´campus´ de la FAES), admonitorio: el Estado peligra si se supera la ´línea roja´ que marca el Tribunal Constitucional. Lo malo es que nadie, ni tampoco Aznar, parece saber exactamente dónde está esa, u otras, ´líneas rojas´. Porque la ceremonia de la confusión, de la inseguridad jurídica (y ahí sí hay que decir que Zapatero carga, en solitario, con alguna culpa importante) no solo sigue, sino que se acrecienta.

Menos mal que llega Cayo Lara y, analizando las prioridades contraídas por este país nuestro, España, escribe una carta abierta a la selección española, llamada, y eso le gustará sin duda al coordinador de Izquierda Unida, ´la Roja´, y les pide que donen la prima supermillonaria que les caerá si ganan el mundial a alguna causa social o humanitaria. Lo dicho: guay del Paraguay.