Pasado el estupor, empieza a construirse la teoría mitopoética del gol de Puyol. Creo que la línea principal atribuirá al desplazamiento de su cuerpo, hasta colgarse en el aire, reuniendo la fuerza cósmica en la testud, y descargándola contra la portería a través del balón, un sentido energético: el de La Pobla de Segur habría catalizado en ese instante toda la energía disponible para esa voluntad: afición, público, equipo, etcétera. Una variante será la fideista: como todo deportista sabe, fuerza y acierto sólo se confabulan y anudan por la fe, aunque ésta no deja de ser también energía. Habrá, sin duda, una línea más individualista y castiza, que localice la fuerza descargada en los íntimos depósitos de coraje del sujeto-Puyol. Por mi parte creo que la plástica manda siempre: el dibujo aguardaba ya en el aire, y Puyol lo coloreó con pincel apasionado, como los grandes artistas hacen.