Sería más correcto decir que Michael Jackson muere a diario desde hace un año. Aunque la eternidad deja mucho tiempo libre, el cantante no ha conocido ni un momento de sosiego, a falta de evaluar cuántos posters han sido descolgados en las habitaciones de adolescentes volubles. La fiebre desatada por su desaparición física no puede atribuirse a su música ni a su dinero, porque en el primer día de su fallecimiento debía hasta la factura telefónica. Desde su nueva residencia olímpica compite con otros resucitados de guardia, como Elvis o John Lennon. La recaudación póstuma de Michael Jackson demuestra que morirse es una excelente decisión profesional para un artista, por lo menos cuando se dispone de una dimensión mítica y no se aguarda hasta la edad provecta. Ha vendido en un año más discos que ningún intérprete vivo. Esta constatación mercantil obligará a los cantantes prometedores a dormir con una pistola debajo de la almohada, por si sus managers consideran que su extinción contribuiría a mejorar su posición en las listas de éxitos.

El documental es un género cinematográfico maldito, pero This is it no sólo fue el primero en su apartado, sino que figura entre las películas más taquilleras del año pasado, triplicando en el exterior la recaudación norteamericana. Todo ello, a partir de un conglomerado de ensayos de un espectáculo que no vio la luz. El calentamiento global de la figura de Michael Jackson supone un ejercicio muy próximo a la necrofilia. Los compradores se ven guiados por la sed detectivesca de rastrear las pistas de la extinción del cantante. De lo contrario, habría que concluir que se hace más soportable una vez muerto. Sus beneficios están a punto de desbordar a otro condenado a la juventud eterna. Elvis consiguió 50 millones el año pasado, y eso que un porcentaje apreciable de la población cree que ha fallecido. De momento, Jackson no se ha contagiado de la curva descendente de Lady Di. La culminación de su figura será un espectáculo del Cirque du Soleil, el Walt Disney postmoderno y propiedad de Dubai. Además, aporta el mejor chiste de Jacuzzi al pasado. Para averiguar si han retrocedido a los años ochenta, uno de los protagonistas pregunta «¿de qué color es Michael Jackson?». Verde dólar.