La resaca del triunfo de la selección española en el Mundial de Sudáfrica aún nos dura. Es un sueño del que no queremos despertar; es una inyección de ánimo que ojalá nos durara hasta dentro de cuatro años; es una pequeña parte de lo que este país necesita. Y no es exageración. Pero, ¿qué hacemos ahora con todo este derroche de alegría, energía y positividad? Pero –dirán algunos– ¿hay que hacer algo más que disfrutar la victoria? Pues yo creo que sí.

En un momento objetivamente tan complicado para España, incluso el debate sobre el estado de la Nación que empieza mañana debería ser diferente a otros años e imitar, por ejemplo, el espíritu constructivo del juego de la Roja. Tal vez sea pedir demasiado, pero ¿por qué incluso no se podría aprobar una propuesta que consista en aparcar las críticas políticas de uno y otro lado? Zapatero, Rajoy y el resto, si no unidos (que tampoco hay que desear imposibles), al menos en el mismo bando: el de aportar soluciones. Los ciudadanos lo agradeceríamos y quizá volviéramos a recuperar la confianza en la clase política.

Y en Málaga, ¿qué? Pues también podríamos copiar esa fuerza de los de Del Bosque e impulsar de una vez todos esos planes y proyectos que pueden ayudar a crear empleo en este momento en que adelgazar las listas de parados debería ser lo primordial. Con el PGOU ya se ha conseguido, pues aplaudámoslo. Todos. Con el Puerto, aún hay discusión más que de sobra. Y mientras lo que se discuta sea productivo, bienvenido sea. Pero en su justa medida. Con las cajas de ahorros, el complicado juego no ha hecho más que empezar. La responsabilidad tendría que guiar todo el proceso, como en el juego de los héroes futbolísticos del momento.

Pero no todo son grandes proyectos y gestas, también hay pequeños detalles que no vienen mal en tiempos difíciles como estos. Casillas besó a Sara tras el triunfo. ¿Qué hacemos? ¿Lo criticamos y vamos a por ella (él es intocable), lo aplaudimos o lo dejamos pasar? Seamos positivos e interpretémoslo como un gesto espontáneo, fresco y humano. Ya está y a otra cosa, que hay mil de las que hablar sobre lo ocurrido en Sudáfrica.

Al final, la aptitud es clave. No lo vamos a negar. Pero como no todos podemos ser Iniesta, Puyol o Xavi, al menos tengamos la mejor actitud posible y a ver si el buen rollo se va contagiando de unos a otros y logramos salir de ésta.