No habían pasado ni tres minutos de discurso cuando Zapatero, dejando de lado la crisis económica, abordó el malestar de Cataluña por la sentencia sobre el Estatut. Siempre quedará la duda de si con su gesto intentaba aplacar el desgarro de los diputados del PSC que, sentados en sus escaños, volvían a Madrid con el corazón «partío» tras haber asistido a la manifestación del sábado en Barcelona, o intentaba hacer un nuevo brindis a los catalanes en general.

Lo cierto es que ofreció lo único que puede dar: las modificaciones posibles dentro del marco legal que fija la sentencia del Constitucional. Desde la primera frase de su estudiado discurso dejó muy claro que frente a la renovación del Estatut se habían planteado dos actitudes políticas nítidamente diferenciadas, la suya y la de su Gobierno, y la del Partido Popular.

Para que Rajoy no pueda jugar a «nosotros no hemos roto nada» recordó quien había impugnado el texto en su totalidad y como el Constitucional, con su sentencia, había demostrado que «España no se rompía». Tenía que decir y lo dijo que «Acato la sentencia, la respeto y la haré cumplir». Puede parecer una obviedad pero viene a cuento para que nadie dude de que se vayan a tomar, a partir de ahora, caminos torticeros para sortear al máximo tribunal.

Eso sí, se comprometió a desarrollar, siguiendo la senda marcada por el Constitucional en su sentencia, algunos aspectos del Estatuto que desarrollados como leyes orgánicas sí que tienen encaje en la Carta Magna.

Es verdad que Rodríguez Zapatero siempre ha creído, como dijo ayer en el Congreso, en la diversidad de España. Otra cosa es que se comprometiera hace unos años con Pascual Maragall a aprobar un texto, fuera cual fuera su contenido, que viniera del Parlamento de Cataluña. Ni estaba en sus manos, ni podía hacerlo. Fue una temeridad que creó expectativas que ahora se pagan con profundo desencanto.

El mismo desencanto que debieron sentir, al oírle hablar de la necesidad de trabajar más y ser más productivos, los cuatro millones de parados que hay en este país y que ya quisieran contribuir con su esfuerzo a aumentar las tasas de crecimiento y de riqueza.