Días atrás saltó de nuevo la noticia de la posible fusión entre Unicaja y Cajasol. Previamente, parece que ambas entidades se proponen pujar, juntas o separadas, por Cajasur, con su posible unión en el horizonte. La polémica de decidir dónde se ubicará la futura sede está servida. Parece que no nos librará ni la canícula ya presente.

No es la primera ni la última vez en la que se nos ofrecen desde distintos ámbitos informaciones tendentes a «normalizar» cuanto menos, un proceso complejo y posiblemente dilatado en el tiempo. En el caso de que se materializase dicho interés, cabría preguntarse qué criterios serán tenidos en cuenta.

El posicionamiento empresarial parte de la base de que será positivo avanzar hacia la potenciación de las cajas de ahorros andaluzas, pues será beneficioso para el desarrollo de nuestro tejido productivo y de nuestra comunidad autónoma.

Sin embargo, los procesos improvisados de fusiones entre cajas no deberían venir motivados por una acción política interesada, sea del signo que sea. La decisión de unión/absorción entre cajas y los siguientes pasos a dar deben regirse por criterios empresariales y económicos, dejando al margen criterios y recomendaciones políticas, como corresponde a legítimos procedimientos entre empresas.

Ni que decir tiene que como malagueño tengo claro quién debería liderar el proceso. También tengo claro quién no debe liderarlo en un sentido amplio: la clase política. Y ahí está de nuevo la amenaza.

El problema no está en dónde ubicar la sede. Está en los criterios de la vinculación. En las «capitulaciones matrimoniales». En reconocer las singularidades de cada caja en su ámbito de influencia y valorar el patrimonio y el dinero recibido y prestado por cada una de ellas. Los datos de cada entidad están ahí. Sería aconsejable objetivar la realidad y dejar el photoshop político para mejor ocasión.

Se me antoja preocupante la imagen reciente de Griñán y Arenas decidiendo una apuesta conjunta por la unión entre Unicaja y Cajasol. Hace días se produjo algo insólito en nuestra denostada política andaluza. Encuentro inusual entre los dos líderes, acordando ir de la mano en este asunto. Glup. Preferiríamos el consenso en otras decisiones sociales y económicas que nos transmitan confianza para atravesar esta intensa crisis económica.

Andalucía necesita una gran caja de ahorros. Ello no se traduce necesariamente en tener una sola caja, sino en consolidar una entidad andaluza fuerte, con peso económico suficiente, que tenga un marcado acento andaluz, que aglutine gran parte del ahorro de los andaluces y que, en definitiva, contribuya al progreso económico y social de nuestra tierra.

En el supuesto de que, efectivamente, se abriese un nuevo proceso de fusiones, en este caso entre Unicaja y Cajasol, hay que tener muy presente que se trata, ante todo, de estructuras empresariales sujetas a las normas del mercado, debiéndose respetar su autonomía de gestión y sus estrategias propias.

La unión hace la fuerza, sí, pero no a cualquier precio. Todo lo demás, sería una auténtica con-fusión.