Escapando de los calores de julio el que puede se echa a la carretera en busca del mar. Seguramente ya no recuerda cómo era esa playa de su infancia que ahora ha sido tragada por bloques de cemento, torres de apartamentos y hamburgueserías. Solo la terrible crisis económica ha conseguido frenar una desorbitada y masiva construcción que no ha respetado ni los acantilados.

Las grúas han dejado de moverse, pero sus esqueletos herrumbrosos y las plantas a medio acabar de los edificios quedan como una amenaza de que la voracidad especuladora volverá en cuanto regrese el crédito.

Solo en el 2006 se planificó la construcción de millón y medio de viviendas en la costa. Dos años después llegó la recesión con su guadaña, la venta cayó en un treinta por ciento, y en este momento hay un millón de pisos sin vender. Pero el daño ya está hecho.

Como denuncia la organización ecologista Greenpeace, en España se ha arrasado el equivalente a ocho campos de fútbol diarios en todo el litoral. Eso ha ocurrido en menos de veinte años. Valencia, Asturias y Cantabria se llevan la palma en cuanto a destrozo de sus espacios naturales. Y todavía queda suelo recalificado para construir veinte millones de viviendas.

La Ley de Costas es burlada permanentemente por ayuntamientos y comunidades autónomas. Se permite construir hasta el borde la playa, se ciegan arroyos y ramblas, se invaden zonas rústicas mientras los responsables miran para otro lado.

Eso sí, acabado el filón del ladrillo, sin una industria homologable con nuestros vecinos del norte, pretendemos que el turismo nos saque del bache. Para eso le ofrecemos un paquete de sol y playa, donde esto último empieza a ser un espejismo. Podrán tomar el sol, pero en las terrazas de los apartamentos, porque muchas de las playas que embellecían la costa española, como denuncia Greenpeace, han desaparecido.

Sesudos estudios tratan de calibrar el alcance que el triunfo de la selección en el Mundial de Fútbol tendrá como cartel turístico. Se intenta aprovechar el tirón para vender la imagen de un país que hace «juego limpio». Lo que no se cuenta es que la especulación inmobiliaria, la urbanización descontrolada, la corrupción y la falta de conciencia cívica se han cargado de Norte a Sur la costa española en tan solo dos décadas. Para saber como era su tierra a los niños tendremos que enseñarles fotografías.