Puede que llegar al nivel de enfado del presidente del puerto, Enrique Linde, parezca políticamente incorrecto, pero tiene su lógica. Este Ayuntamiento capitaneado por De la Torre un día rechaza el súper, al otro considera que la «tienda de calidad» no es mala opción, y eso por no hablar del tan trillado edificio cultural.

Afortunadamente mis peores temores, esos a los que me arrastra el pesimismo, no se hicieron realidad. España ganó el Mundial de fútbol. Sé que la resaca futbolera comienza a perderse en el olvido, pero no me puedo resistir a escribir sobre uno de los mejores días que el fútbol ha dado a este país tan necesitado de buenas noticias. Fueron 120 minutos de infarto, de nervios y de voces perdidas, pero sí, por una vez, y que sirva de precedente, qué bien sienta sentirse el mejor, qué bien sienta celebrar una victoria y no una eterna derrota, qué bien que alguien se ponga de acuerdo para marcarse un reto y conseguirlo… Pero después de unas horas, de unos días de celebración la realidad vuelve para golpearte sin piedad y con fuerza. Sí, somos campeones, sí, nuestros jugadores han ganado a Holanda, toda la prensa internacional se rinde a los pies del juego de la Roja… emocionante, histórico, irrepetible… y en Málaga se vuelven a pelear por el Puerto. Qué forma más triste de volver a la rutina. Escribía la pasada semana que no perdía las esperanzas de que nuestros políticos hicieran suyo el espíritu de superación, compañerismo y unidad que al parecer reina entre los futbolistas de la selección, pero visto lo visto en los últimos siete días he perdido la esperanza y casi la capacidad para soñar con un futuro mejor para esta ciudad. Y es que la historia del plan del Puerto está dejando de ser una historia rocambolesca para convertirse en algo inclasificable. A este paso ni nuestros nietos verán terminado el proyecto. Y ni siquiera entonces el alcalde habrá decidido qué le parece mejor para la famosa esquina…

Puede que llegar al nivel de enfado de Enrique Linde parezca políticamente incorrecto, pero tiene su lógica. Este Ayuntamiento capitaneado por De la Torre un día rechaza el súper, al otro considera que la «tienda de calidad» no es mala opción, y eso por no hablar del tan trillado edificio cultural… Insisto, ¿tan difícil es llegar a un punto de acuerdo? Aunque sólo fuera por una cuestión de imagen institucional, unos y otros deberían sosegar sus ánimos y, por favor, impulsar un plan que a este paso dará el impulso a la unión Puerto-ciudad allá por 2300. Y sin acuerdo.

En estos días que todo el mundo habla de unidad y respeto, de creer en las posibilidades de alcanzar las metas imposibles, no queda otra que abogar por la responsabilidad política, que lo es también social y ciudadana. Un político, sea cual sea su signo, que piensa más en su ideario que en el bien común no merece el respeto de los votantes, un político que no pelea por mejorar el territorio en el que vive no merece repetir experiencia, un político que huye del diálogo (y aquí tenemos muchos de esos) no tendría que llevarse ningún merito, porque no los tiene. A ver si con el verano, cuando se pongan al sol, les da por reflexionar y llegan con mejores planteamientos. Total, ya tenemos PGOU (sólo nos ha costado doscientos enfrentamientos y millones de titulares), un motivo menos de discusión. Con suerte no se inventan ningún otro. Con suerte en este año electoral próximo a comenzar no se tiran más trastos a la cabeza y unen fuerzas para que esta Málaga que aspira a la capitalida cultural sea un poquito mejor. Con suerte se hacen hasta amigos. Menos mal que soñar es gratis…