Yo creo que no se mueve, y buena prueba es lo que sucede: que se celebre como un gran paso la liberación-exilio de un puñado de personas cuyo único delito ha sido tratar de ejercer los derechos de la persona. Cuba no se mueve en la cabeza de cierta izquierda, sobre todo española, que sigue presa de la fascinación que Castro nos produjo cuando éramos adolescentes, o íbamos camino. De esa fijación psicológica viene todo un discurso de justificaciones y excusas para explicar la supervivencia de una sórdida dictadura. Castro ha jugado esta última partida con un capital de rehenes que le ha salido gratis, y reunirá otro capitalito cuando le haga falta. Pero el principal rehén de Castro son los sexagenarios que un día vivieron como propia su revolución, y tienen en ella un relicario o un parque temático, aunque en España no aguantarían ni dos días una dictadura así.