A la vista de los papeles de Afganistán y las últimas noticias sobre el tema, me reafirmo en mi condena de todas las guerras, incluida ésta, y en contra de la presencia española en ese territorio que se disputan talibanes y golfos sinvergüenzas. Seguramente el presidente Zapatero recordará mis mensajes primitivos en que le instaba a sacarnos también de Afganistán, a raíz de la retirada de Irak, mensajes reiterados, ya públicamente, en prensa, radio, televisión e Internet. Pero el presidente escucha quizá sólo a quienes le dicen lo que le gusta oír. Son ingentes los problemas que nos habría evitado a España, a los españoles y a sí mismo si hubiese simultaneado una retirada de tropas con otra, sin que con ello yo haya querido decir nunca que las dos guerras eran iguales. No eran iguales, pero eran guerras las dos y en ninguna la presencia española estaba justificada y en ninguna de las dos pintábamos nada. Ahora Zapatero y los españoles en general supongo que estamos avergonzados, sobre todo por las docenas de muertes por errores de las fuerzas aliadas.

Aun a riesgo de que el presidente del Gobierno me llame pesado, le reitero por enésima y quisiera que por última vez, mi petición de que ordene inmediatamente la salida de nuestras tropas y su definitivo regreso a España. Creo sinceramente que ellos y todos tenemos otras cosas más limpias, solidarias y constructivas que hacer que estar allí en una guerra sin fin, en un país en el que todas las intervenciones extranjeras han fracasado, en el escenario que abrió –Dios sea loado– George Bush y en el se producen atentados horrendos a los derechos humanos, empezando por el derecho a la vida. No debe consolarnos nada el hecho de que se trate de una guerra bendecida por la ONU, entre otras cosas porque la ONU ha bendecido guerras y cosas absolutamente deleznables, dando pábulo a tremendas injusticias comparativas. La complicidad de Pakistán con los talibanes es una burla sarcástica en la cara de la ONU, los EEUU, los aliados y el régimen tambaleante y sucio de Kabul. Salta de ahí, Zapatero, y sácanos a todos, hombre.