Hola! es la publicación más citada en mis obras completas, seguida muy de cerca por Journal of Quantum Physics. De ahí que me negara a leer los obituarios en la prensa de su patrón, Eduardo Sánchez Junco, a la espera de la versión definitiva del semanario sobre el fallecimiento. El «Adiós a nuestro querido director» en portada no me defraudó, cumple los requisitos que hacen imprescindible a la revista. La veladura de alusiones explícitamente mortuorias reafirma que la exitosa publicación opera en el negociado de la inmortalidad. Y quién se atrevería a llevarle la contraria.

En ningún campo informativo se ha redondeado una perfección equiparable. El periodismo literario es aburrido para quienes todavía leemos libros. El deportivo es servil, el economista destaca por doctrinario. Sólo ¡Hola! cumple a la perfección con su cometido, que consiste en vender a miles de plebeyos –empezando por su seguro servidor– una revista concebida y escrita para marquesas.

Más allá de los rutinarios «buen gusto y discreción» ponderados por Sánchez Junco, el producto que heredó es rabiosamente aristocrático. La mansión obligada en cada número no plantea «algún día podrás vivir así» –principio de emulación de Thorsten Veblen–, sino «nunca podrás vivir así», por lo que te verás obligado a seguir adquiriendo la revista. ¡Hola! ha hecho más que ninguna otra publicación para demostrar que la felicidad propia es imposible, y que la vida es un cuento de hadas para los demás.

Respecto al desdén intelectual que acoge a ¡Hola!, si todas las marujas y yo compramos la publicación, por qué no todos los estudiantes universitarios se suscriben a publicaciones culturales, sino que antes leerían prensa rosa. En la revista de referencia, las mujeres no abortan sino que pierden el hijo que tanto deseaban. Nadie enferma, sino que se recupera satisfactoriamente de la enfermedad. Sus protagonistas siempre viven su mejor momento, cuando se enamoran, cuando se casan o cuando se divorcian. A menudo basa su reputación en la refutación, en suministrar un correctivo a revistas más deslenguadas. En cuanto a proyección, Bono ha hecho la mitad de su carrera política en las páginas de Sánchez Junco. Por todo ello y por lo que callo, estoy más orgulloso de haber firmado en ¡Hola! que en la portada de Le Monde.