Ha habido, en las últimas horas, bastante nerviosismo en torno a la rueda de prensa que el presidente Zapatero da este viernes para cerrar el curso. ¿Habrá algún indicio en torno a esa remodelación ministerial de la que tanto se habla en los cenáculos y mentideros de la capital? Personalmente, pienso que el presidente echará balones fuera cuando, obligatoriamente, los periodistas le preguntemos al respecto.

Pero esa crisis debe hacerla, tiene que hacerla y la hará si quiere –que tampoco estoy seguro ahora de que quiera– tener posibilidades de seguir en La Moncloa. Le queda, si pretende cambiar a algunos, o muchos, ministros, un tranquilo mes de agosto para reflexionar y, si llega el caso, para actuar, porque el próximo día 20 el Gobierno se reúne en Consejo, rompiendo las vacaciones.

Me aseguran que hubo posibilidades de remodelación inmediatamente después de finalizar la presidencia española de la UE, a comienzos de julio. Pero, entonces, una filtración periodística que irritó sobremanera al presidente –que Blanco y Chacón podrían convertirse en vicepresidentes– hizo que Zapatero aplazase cualquier paso en ese sentido. Pero el tema de la crisis, que es cuestión que gusta poco a cualquier presidente del Gobierno que se precie, está ahí, como el dinosaurio de Monterroso, y tiene pocas perspectivas de desaparecer de la agenda de los comentaristas, de los observadores y de la propia clase política, que constata, comenzando por los propios socialistas, que hay que reducir ministerios y cambiar algunos rostros y muchos programas.

Puede que la patata más caliente esté en el área económica, la más vapuleada por la coyuntura y por las críticas. La vicepresidenta Salgado lleva poco más de un año, abrasador eso sí, en el cargo, tiene algunos enemigos en el Consejo de Ministros, pese al sólido apoyo de Pérez Rubalcaba, y ha de lidiar, con muy escasa cuadrilla, con toros muy complicados y peligrosos. Pero, si Zapatero la sustituye, ¿por quién? El banquillo es escaso, tan escaso que parece que ni siquiera hay candidatos socialistas a la alcaldía de Madrid con posibilidades remotas de vencer al ´popular´ Ruiz Gallardón, desgastado por el faraonismo y las deudas generadas por sus obras. Y, si no hay siquiera un candidato a regidor municipal, ¿dónde encontrar otro vicepresidente económico, por poner un ejemplo?

Ya vemos que el breve descanso veraniego de ZP –pasará algunos días solo, presumiblemente meditando y consultando con sus asesores acerca de los pasos inmediatos a dar– va a ser agitado. Y puede, solamente puede, que este viernes, en su presumiblemente larga comparecencia con los periodistas, el Gran Enigma nos ofrezca algunas pistas de por dónde va a ir ahora, al margen de mostrar su satisfacción por algunas de las cosas buenas que en las últimas horas han ocurrido en España –resultados de las grandes empresas, por ejemplo– y también al margen de tratar de salir bien librado cuando se le interrogue por las cosas malas –cómo se ha resuelto la polémica de los toros en Cataluña, por ejemplo–.